CONTRATAPA
› Por Luis Novaresio
Uno: Dios no existe. No hay dudas. O al menos, a mí no me quedan dudas. Dios no existe y defender su existencia es apenas un tibio modo de cobardía. Lo siento. No te lo puedo decir de otra manera.
Miro a ese nene que apenas berrea, ya ni fuerzas tiene para llorar como cualquier crío, y me alcanza. Se va a morir, es lo que le acaba de decir el médico a la madre que lo sostiene como quien se aferra al último salvavidas en el mar en el que nos ahogamos todos. Y claro. La madre se araña a los últimos momentos de vida de su hijo, algunos más de los que pudo vivir fuera de su seno, y se ahoga. Y yo me ahogo con ella. Dios no puede existir si permite que ese bebé sufra, que se muera. ¿O me vas a venir con el pecado original de efectos omnímodos que todos, incluso ese ser humano de algunas horas de vida, tenemos que paga? Y es lo mismo que uses los designios del Corán, las letras de la Torá, los dichos del sintoísmo.
La pregunta es sencilla: ¿Puede existir Dios, éxtasis del bien todo, si deja que ese niño se muera? ¿Querés más? ¿Puede existir si deja que sufra sufre un perro que no puede defenderse, un anciano que sólo hizo el bien? ¿Puede ser y responderme por qué el accidente de tránsito de la buena gente, la bala delincuente que atraviesa el corazón del inocente? ¿Por qué a la esposa de mi amigo le dicen, señora, tiene 37 años y le queda poco de vida? ¿Por qué los hijos de ella, y de mi amigo, tienen que entenderlo?
No hay libre albedrío que sirva para explicar la existencia, total derecho de los hombres a elegir y provocar consecuencias. Esos dicen unos. Son apenas las derivaciones del hacer del hombre que pudo elegir el bien y torció su camino. Ese bebé que estoy viendo y que se va a morir, ¿torció su camino? ¿Hay bien absoluto si ese niño tiene que hacerse cargo de un supuesto torcimiento del camino ajeno?
Desde otro lado es el misterio. Los designios de Dios son insondables. Alguna vez nos será explicado el porqué. Entonces ¿puede haber tiempo alguno, alguna vez posible, para que vos y yo entendamos la injusticia de esa muerte? El aroma a detestar lo que pasa que vos y yo olemos, ¿dependen del tiempo y espacio? Hay otros quieren que entendamos que el pierde acá gana en el más allá. No pienso perder el tiempo para contestarles. Ni a los que creen que ese bebé que casi no puede hacer latir su corazón es una purificación hacia otra vida nueva mejor, superior. Me repugna pensar que la pureza se obtiene a costa del dolor de un inocente. Raro alambique que destila el mal para hacer bien.
Espero tontamente el turno de mi médico porque me duele la garganta. Y me siento un idiota. El dolor ha sido generoso conmigo y apenas ataca unas horas hasta que el antibiótico termine con los gérmenes. Dolor es el de esa madre que sostiene a su hijo que muere en la misma sala de espera en la que estamos vos y yo.
Dios no existe. Estoy seguro, te dije. Porque si existiera, no podría permitirlo.
Dos: Creo que Dios es sorpresa. Eso me escribiste y me impresioné. Dios te sorprende y por eso creés en él. Sí, me decís. Creo que Dios es sorpresa. Y me seguís diciendo. Imposible que con nuestra razón limitada podamos contener al que es infinito, y que con nuestras palabras podamos decir algo de Quien es inefable. ¿Cómo definir al que es Distinto, al Diverso? Cuando queremos definir a Dios lo que terminamos haciendo es acotarlo a nuestras categorías y ni siquiera sumando todas las definiciones podremos llegar a lo que Él es, solamente nos acercarnos en algo.
Y así, decimos que Dios es creador, es redentor, es santificador, es amor, es todopoderoso, es infinito, es misericordioso....
Leyendo a Benedicto XVI en su primera Carta Encíclica "Deus Caritas Est" me encuentro que dice: "...la actuación imprevisible y, en cierto sentido inaudita, de Dios" (D.C.E. 12); y haciendo la lectura de San Ireneo veo que dice: "...porque éste (el hombre) no podía imaginar que una virgen concebiría y diera a luz, y que el fruto de su parto fuera Dios con nosotros". Estos dos testimonios me ayudaron a confirmar que Dios es también "sorpresa". Porque si Dios tiene una "actuación imprevisible y, en cierto sentido inaudita" y se sale con algo que el hombre "no podía imaginar", ¿qué es eso sino "sorpresa"? Y haciendo memoria de distintos textos bíblicos voy ratificando esto de que Dios es sorpresa, y por lo tanto sorprende. Sorprendió a Abraham diciéndole que de él, anciano y casado con una mujer estéril, nacería una gran nación; sorprendió a Moisés pidiéndole que liberara a su pueblo, esclavo en Egipto; sorprendió a los profetas, haciéndolos heraldos de su palabra; sorprendió a María diciéndole que iba a ser madre, aunque nunca haya tenido relaciones con ningún hombre; sorprendió a José diciéndole que lo que se gestaba en su prometida era obra del Espíritu Santo; sorprendió a esos pescadores pidiéndole que dejaran sus redes porque iban a ser pescadores de hombres; sorprendió a la samaritana poniéndole de manifiesto su vida y diciéndole que Él era el agua viva; sorprendió a Zaqueo pidiéndole hospedarse en su casa; sorprendió a los discípulos de Emaús al partirles el pan; sorprendió a Saulo de Tarso haciéndolo caer de su soberbia.
La gran sorpresa es aquella de la que hablaba San Ireneo: haciéndose, en Navidad, Dios con nosotros. Muchas de estas sorpresas de Dios llenaron de gozo a los sorprendidos. En otros casos no fue así, donde las sorpresas de Dios dejaron perplejos y con angustia a los sorprendidos; me viene a la mente el profeta Jeremías cuando dice: "¿Por qué salí del vientre materno para no ver más que pena y aflicción, y acabar mis días avergonzado?" (Jer. 20,18).
Ahora sí, después de cada sorpresa de Dios la vida del sorprendido ya no continúa igual, no vuelve a ser la de antes. Estas son algunas de las veces que vemos en la Biblia cómo Dios sorprende. Pero este "Dios sorpresa" no se agota en la Biblia, Dios sigue sorprendiendo a lo largo de la historia. Y hoy nos sorprende a nosotros, a mí. Muchas veces esas sorpresas quedaron llenan de gozo y alegría; y otras veces, cuando no coinciden con mi querer, dan bronca y revelan contra el mismo Dios. Y Dios es así, es un Dios vivo que sigue actuando en la historia, en mi vida, en nuestra vida; es un Dios que sorprende: Y yo creo en este Dios que es "sorpresa". Y creer que Dios es así ayuda a no entrar en crisis de fe cuando la sorpresa no gusta, y a disfrutar cuando esa sorpresa agrada.
Lo que sí, después de cada sorpresa de Dios, mi vida, nuestra vida, la vida del sorprendido, tiene algún cambio; en algo o en mucho no vuelve a ser la de antes. Mi amigo, así te siento, el padre Claudio, me manda un abrazo. [email protected]
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