Jueves, 15 de febrero de 2007 | Hoy
Por Adrián Abonizio (Desde La Habana)
VAGINAS RIGUROSAMENTE CONTROLADAS. Cae la noche cubana y ambos argentinos, divorciados ellos, se aprestan a salir de cacería. El safari incluye al porteador y a las fieras en un mismo pack. Ambos son carapalidas y se ríen con chistes sobre negros : han oído en los corrillos rosarinos la frase de un potentado local esgrimiendo sobre los orígenes de la ciudad: " antes todos éramos blancos, ahora con estos que llegan del norte....". En la mesa las chicas esperan porque se les invite con sonrisas, un poquito de sexo y el alcohol que simulan beber. 80 pesos después los vigiladores del hotel conducen a las damas hacia las habitaciones de nuestros héroes y 100 después y con dos orgasmos menos nuestros varones criollos destapan la segunda Mulataron envasado a fuego y presumen la fiesta, pero ellas, imprevistamente piden una gaseosa al telefonista y resulta ser la clave para que sus cafiolines amables expertos en karate las rescaten, metros noventa por delante y sonrisas muchas sonrisas para con los tontuelos del mundo libre.
APUNTEN; FUEGO. Cebados por la medicina fácil del polvo pago sin culpa, la ironía que reboza en salud de burlarse de si mismos, del Rosario lejano con taquicardia y unos dineros de viaticos, suben a un taxi manejado por uno que muestra un billete firmado por el Che y que asegura que su carro, un tarro de conservas blanco, mas averiado que el Titanic, esta valuado en cinco mil dolares."No seran dolores" pregunta uno mientras la bolsa de fierros golpea ambos riniones a la vez."Vamos a un paladar, se come rico aquí" y detiene el esperpento en un sitio que ha cerrado. A veinte metros apenas comienza un film desopilante: un morocho de dientes que enceguecen ofrece una moneda con la cara del Comandante a cambio de una gaseosa; dos jineteras con piernas de saltadoras en garrocha piden una cerveza y su amiga un " chupetincito de diez centavos, chico" ."Como figura esto en la guía de turismo" dice uno."Ah, contesta la moza, "como comedor".Es el hueco de unas escaleras con lamparitas bajas, un mostrador de hule y un escaparate donde languidecen un sanguich, dos paquetes de galletas de gusto a terciado y jugo de pinia en cartón. La moza, la que debería servir pide a sus clientes si la invitan con algo de beber, mientras ha extraído de quien sabe donde un peine con que acomoda la cabellera electrizada de uno de ellos. Una de las chicas atletas entretanto le da un chupón cionematográfico. Peinado, besado, levemente embriagado pregunta a su colega si eso le esta pasando a él pero es tarde para raciocinio. La moza insiste con que le paguen algo "pero si este bar es tuyo". " No amigo, es de Fidel y todo lo hay dentro no me pertenece".Luego un pequenio revuelo" es la policia civil, chico" dice la garrochista y da un salto. Se aparece por la vereda una especie de insecto escuálido tratando de parecer respetable. Los argentinos estallan de risa. En las escaleras un mancebo, en pose de corista con la mano delicadamente sobre su bragueta dice " estoy cumpliendo 28 anios" Pero nadie le ofrece nada: sus encantos no prosperan. Nuestros varones criollos buscan carne femenina y toman lo que ofrece las cercanías. Precio barato: 75 pesos incluída la Casa de Hospedaje.
TRISTEZA NAO TEM FIN. El hilo de un jirón de sol perturba a nuestros farristas que vuelven al hotel. Se han asomado a un guión neorrealista cubano y han pagado gustosos la entrada por este cine caribenio. El juerguista Uno, pito en mano ha corrido a una garrochista que se ha dejado atrapar subiendo las escaleras interminables "sera la primera vez que cojés en un faro" dice el juergusita Dos." Shh, clama la garrochista con aire a Serena Williams," es aquí" y se abre un a puerta de donde asoma una mulata embarazada y hay un gordo barrigudo que invita a entrar: son casa de familia que operan como hoteles alojamiento, solo que uno deberiá acostarse con alguna de las chicas, mientras el matrimonio espera en la sala por el final."Huyamos" dice el Uno, lúcido de golpe. Vuelven en un taxi que exhuda amanecer y suenio. Viajan callados. De pronto el Uno, el salvaje impertinente conmovido por tanto surrealismo comenta al Dos:" Puta, con el dinero que no dejamos, capaz que esa pareja se compraba una cunita para el pibe en camino". Y ha de ser la primera vez que dialogan en serio. Callan, mientras el chofer más silencioso y cansado que ellos habla de la claustrofobia que significa vivir al sol o a la luna sin poder partir hacia otros planetas nunca jamás.
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