CORREO
En la contratapa de este domingo, pregunta Luis Novaresio: "¿existen las amonestaciones?" y recuerda: "El dolor del número extremo era veinticinco. Las más odiadas, las colectivas. Inexplicables en la misma época en que todos éramos responsables... Las compara al sello de goma que ponían en la frente, de una publicidad, correspondiente a nuestros peores tiempos históricos... tiempos de botas y reorganizaciones sociales, de voces marciales que gritaban: usted es el responsable... si pasabas las veinticinco amonestaciones, era ser expulsado de la escuela. El exilio de los afectos, dolores, olores y esperanzas compartidos. Si promediabas diez, te quitaba la beca..." y rememora la percepciónsensación, frente al rector que desde arriba decretaba: "las cárceles están llenas de amonestados en la secundaria". En una escuela de esta ciudad, un grupo de alumnos, que ya se despide del contexto escolar, cumplió el ritual de esconderse y pasar la noche en el establecimiento, tal como les enseñaron en el nivel inicial. Uno de ellos, ejecutó un acto "reñido con las buenas costumbres", que por los años que llevo asistiendo a los que crecen, lo interpreto como "simbólico". Turner nos enseñó que los símbolos tienen un polo ideológico y otro sensorial, por eso el haber defecado en un lugar inapropiado, puede tener muchos significados... Las autoridades de esta escuela, como las de casi todas, no leen a Foucault, buscan ser "aleccionadoras" y apelan al castigo, dejándolos "libres" en todas las materias, confundiendo casilleros de disciplina, con los de conocimientos adquiridos. La ley de probation, no existe en estos establecimientos. Cuando el sistema penal reemplazó el encarcelamiento por la probation, comenzó el distanciamiento con los sistemas vengativos y los infructuosos recursos punitivos. El Ministerio de Educación comenzará mañana, su "operativo de evaluación 2007 " y una brigada de docentes calificarán el "desempeño escolar de 230.000 alumnos primarios y secundarios". Cruzarán datos y "captos" (Laing), que diagnostiquen y justifiquen una vez más, la unicausalidad o irresponsabilidad de los "alumnos". Algún día tomaremos conciencia que se necesita un cambio profundo, un nuevo paradigma educativo, que irrigue el cerebro de los niños, que los atraiga a nuestro mundo real, no virtual; que los alfabetice para autopreguntarse como dice Lorenz ¿qué estoy haciendo? o que se identifiquen con Galileo Galilei: ¿qué hay más allá del cielo?, o que tengan fe en algo y en alguien que los ayude a transitar el tan limitado ciclo vital. Fundamentalmente, que sean capaces de crear e inventar nuevas vías, que ayuden al mutuo entendimiento, a la reflexión, a la comprensión, al placer de crecer y ser humanos enteros adaptados a los distintos nidos, nichos, contextos o medios, que los van nutriendo o desnutriendo.
Mirta Guelman de Javkin
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