CORREO
Días atrás, y a raíz del anuncio de una presentación del cantautor Ignacio Copani en nuestra ciudad, los dueños del bar donde iba a tener lugar el recital recibieron una serie de amenazas que alcanzaron difusión pública. Hechos de esta naturaleza no pueden dejar de ser repudiados.
En toda sociedad que se precie de ser democrática y plural, los artistas y creadores, así como el conjunto pleno de la sociedad deben tener la plena libertad de emitir sus opiniones y poner en circulación sus producciones culturales. Cualquier amenaza de silenciamiento, cualquier intento de censura debe encontrar a todos los ciudadanos unidos en la certeza y la convicción de que el derecho a la libre expresión es una de los derechos consagrados por nuestra Constitución y que atentar contra ese derecho es un delito.
Los argentinos tenemos una larga historia de intolerancia y censura. Esos oscuros fantasmas comenzaron a quedar atrás con el fin del autoritarismo. En estos 25 años de vida democrática hemos aprendido a reconocer el valor luminoso que poseen los debates y las diferencias de opinión en el complejo proceso de construcción democrática. Por eso, ante el mínimo asomo de reinstaurar la sospecha o el miedo, debemos unirnos y denunciar allí donde esas sombras oscuras pretendan reaparecer.
Cada vez que un artista duda en decir lo que piensa por temor a represalias, estamos dando un paso atrás en este arduo camino que tanto nos ha costado construir.
Fernando Farina
Secretario de Cultura municipal
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