La proliferación de denuncias vía correos electrónicos, avisos en medios de comunicación orales y escritos, apariciones de padres desesperados en las pantallas de la TV y pedidos de cadenas solidarias siguen ligados a la desaparición de jovencitas que, en algunos casos, hacen abandono del hogar y, en otros, se trata de verdaderos secuestros de personas.

En diversos allanamientos a casas de citas, dudosas pensiones, departamentos alquilados y otras formas de comercialización del sexo, han comprobado la utilización de adolescentes, constituyendo una verdadera mafia de explotación de menores a las que la Policía y la Justicia deberían ponerle fin.

Generalmente, los operativos prescinden de la detención de los "clientes", cuando los mismos realmente constituyen la parte más importante del "negocio" y el eje de la corrupción moral de nuestra sociedad que, frente a estos casos y especialmente nuestra clase media, censura la conducta de las víctimas o sus padres.

Cuántos casos de violaciones, cuántas madres menores y cuántas muertes pueden evitarse si se erradica a las menores del negocio de la prostitución y el sexo, si se detectan los lugares (como en el caso del expendio de drogas), los vecinos conocen y se aplican correctivos a partir de la severidad de nuestras leyes y se reprime con prisión efectiva, lo que hoy no pasa del código de faltas, dándole a la trata de personas agravada en el caso de menores la condena correspondiente y no redimibles con multas, que todos sabemos cuándo comienzan, pero no en qué terminan.

Cuando lea, vea o escuche un pedido de paradero de menores, piense que una de ellas hoy o mañana puede ser su hija, nieta, sobrina, vecinita o amiguita de nuestros hijos, y por sobre todas las cosas personitas que merecen mejor destino y a las que hay que proteger con todos los resortes que nos da la Justicia, eliminando el fantasma de la trata de menores. Espero que tomen nota las autoridades de la provincia.

Angel M. Contestí

DNI 6.033.130