Miércoles, 25 de febrero de 2009 | Hoy
La precariedad de las viviendas que ocupan en la ciudad decenas de miles de empobrecidos argentinos, emigrantes de sus tierras en busca de un mejor destino -que no encontraron- como consecuencia del desamparo social producido desde la concreción del ferrocidio del menemato, nos coloca frente a cada nueva tormenta de las muchas que nos sacuden con la furia de la naturaleza, en un problema social de no atendida solución.
"Gasta más el pobre en parches, que el rico en ropa", solía decir mi abuela y las viviendas precarias que demandan atención frente a cada adversidad climática (granizo, vientos y lluvias torrenciales), movilizan dineros y recursos no cuantificados, ya que en la contabilización de los daños no se suman los efectos y daños que ocasionan los cortes de calles (piquetes) en rotura de pavimentos y carpetas asfálticas, pérdidas de horas de trabajo de sus propios actores, movilización de personal de las fuerzas del orden, consumo de combustibles de autos, camiones, ómnibus haciendo interminables colas con sus motores en marcha, sumando polución ambiental y que agregan daños a toda la sociedad.
Un plan de acción urgente, debería contemplar la puesta en marcha de un proyecto de viviendas familiares que resuelva definitivamente este problema, otorgando seguridad a las familias, reduciendo los riesgos de vida, brindando abrigo y confort y con una calidad de materiales que supere los desafíos de la naturaleza, construidas por sistema de autogestión con la generación de cooperativas de viviendas asesoradas por la Universidad Nacional de Rosario y sus facultades en una verdadera función de la extensión universitaria y un desafío para sus estudiantes en planificados trabajos de campos.
Además, la ocupación de los propios beneficiarios en la construcción de sus viviendas dignificará el trabajo, mostrará a las familias en una integración social distinta y generará mejores ejemplos a hijos y nietos, obrando como elemento disuasivo del uso de la protesta social (legítima), por parte de los profesionales agitadores que se reiteran en cada piquete. Así se tornarán innecesarios los operativos represivos con los que en más de una oportunidad se han "resuelto" coyunturalmente estos reclamos.
La visita de la Presidenta es una buena oportunidad para un planteo democrático, constructivo y de cara a un futuro distinto, porque otro país es posible.
Angel M. Contestí
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