Jueves, 13 de mayo de 2010 | Hoy
Desde marzo de 2007 vengo presentando ideas en el Concejo municipal con el firme propósito de cambiar aspectos de la urbe y hábitos de los rosarinos. Diferentes comisiones de trabajo, en el anexo del Palacio Vasallo, trataron "a la orden del día" cada una de mis inquietudes, sin embargo se desconoce el destino que tuvieron a posteriori. Solamente la iniciativa que apunta a la lectura de libros en lugares públicos y privados de la ciudad cuenta con ordenanza municipal. ¿Y el resto? ¿Fue a parar a los archivos del Concejo o a los cestos de basura?
A veces me pregunta si molesta tanto a los sectores políticos que un ciudadano señale inexorablemente cosas que están mal y deben modificarse para beneficio de todos los habitantes de Rosario. ¿Acaso perjudica que alguien ajeno a las funciones públicas vea lo que no ven quienes se encierran en sus oficinas, cuando lo ideal sería estar cerca de las necesidades sociales? Me cuesta entender que la participación ciudadana sea menospreciada, subestimada, desatendida por la clase política.
Digan la verdad, ¿Qué hicieron con mis ideas? Estoy harto de realizar llamados telefónicos, de ir personalmente al concejo sin tener respuestas concretas, veraces. Es difícil que un concejal atienda, en primera instancia. Envía a sus secretarios, que son como filtros, éstos toman nota y expresan: "Nos comunicaremos con usted". Conclusión: nunca llaman.
Siento una enorme indignación porque la falacia, la desidia, es intolerable. En nuestro país, la gente está cansada de doble discursos y mentiras permanentes. Quienes fueron elegidos por la voluntad popular deben solucionar problemas, dar respuestas urgentes, proporcionar bienestar general, trabajar para transformar la realidad. Por favor, salgan de atrás de los escritorios, estén siempre cara a cara con los vecinos. Y cuando a una persona determinada se le cae una idea, no la minimicen, no la archiven ni la arrojen a la basura. Considerenla.
Marcelo Malvestitti
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