Bicentenario

Dentro de pocos días vamos a festejar el Bicentenario de la Patria, que no es una sola sino varias patrias, donde todos nos manifestamos en ese año crucial de 1810 contra el modelo español. Hace doscientos años, todo ello llevó a crear un efecto dominó de improvisaciones revolucionarias que llevaron a decir no a la corona española reinante, en esos momentos representada por Fernando VII.

La Revolución de Mayo no fue única en todo Latinoamérica, sino que el de Buenos Aires fue un trampolín inicial de un complejo mecanismo de revolucionarios que en algunos casos triunfaron y otros fueron aplastados por las tropas imperialistas hispanas. Los héroes son muchos: desde Francisco Miranda hasta Bolivar y San Martín. Ellos fueron los instrumentos revolucionarios que barrieron la soberbia hispana; pero esas revoluciones fueron congeladas por no iniciar un proceso inmediato de independencias americanas. Esto dio pie a que muchos movimientos fueran aniquilados como el caso de los curas mexicanos Hidalgo y Morelos, en ese año crucial de 1810. O el caso chileno donde muchos sectores de la sociedad estaban de acuerdo con el continuismo de España. Pero, para entender esos procesos tuvimos y tenemos que iniciar festejos no como el de 1910, en el Centenario, donde más que festejos fueron explosiones de desentendimientos sociales con huelgas y atentados anarquistas de todo tipo. Hoy, en el Bicentenario que festejamos, más bien un mercado globalizado de consumo del marketing de algunos ilustrados intelectuales que pretenden vender el producto llamado Revolución de Mayo, como algunos comerciantes ponen el rubro Bicentenario de la Patria, cuando sienten que el y los procesos se congelaron por no cumplir con lo pensado por aquellos verdaderos intelectuales que ejercieron el proceso revolucionario latinoamericano como Mariano Moreno o Manuel Belgrano. Este último más que un militar improvisado fue un intelectual de primera línea, junto al primero.

Solamente una pregunta: ¿Qué festejamos los argentinos? La revolución del consumismo globalizado.

Marcelo Agnoli

Licenciado en Ciencias Sociales