CORREO
En el año 2007, siendo Concejal de la Ciudad, presentamos un Proyecto de Ordenanza que proponía la prohibición de la construcción de barrios cerrados en la jurisdicción de Rosario. La retahíla de oposiciones que se produjo fue notable. Se hablaba de que no había que frenar el avance de las inversiones, de la importancia de no quedar fuera de la modernidad, de que no se podía atentar contra las empresas que proponían emprendimientos inmobiliarios porque estos traerían grandes beneficios a la ciudad. Desde el Poder Ejecutivo se machacaba con los grandes beneficios que serían para Rosario las obras que como contraprestaciones deberían hacer las empresas. Algún concejal del oficialismo nos dijo, muy suelto de cuerpo, que no nos preocupáramos, que en los nuevos barrios cerrados iba a haber trabajo de "sirvientas" y albañiles para los pobres que nosotros defendíamos.
Hoy, a poco más de tres años de ello, vemos entre asombrados y complacidos, que nuestra posición de entonces no era descabellada. Se trataba simplemente de una posición que marcaba prospectivamente los hechos que no teníamos dudas (ni tenemos ahora) que sucederían con estos tipos de "urbanizaciones". No es un empeño en negar ningún tipo de avance.
Decíamos entonces, y reafirmamos ahora, que estos tipos de emprendimientos, claras manifestaciones de un tipo de sociedad a la que nos condujo la aplicación de las políticas neo liberales de la década del '90, no son más que un reflejo arquitectónico de las actitudes de exclusión y marginación del diferente, por parte de aquellos individuos que creen encontrar en las "murallas" de las que se hacen rodear, la seguridad para sí y para sus familias, a quienes suponen "atacarán" los marginados y excluidos de la sociedad que ellos mismos forjaron.
Seguir posibilitando la construcción sin restricciones dentro del tejido urbano de estos tipos de emprendimientos significa renegar de lo que sin dudas debiera ser el fundamento de una ciudad mejor: la inclusión social, la libertad de desplazamientos. Estos tipos de barrios cerrados terminan por destruir la trama urbana, imposibilitando la permeabilidad necesaria entre los distintos sectores, fundamento básico del tipo de sociedad urbana que permite el intercambio y flujo permanente y sin barreras. Y son las autoridades del gobierno municipal las que deben generar políticas de uso del suelo urbano que signifiquen afirmar la función social de la ciudad.
Fabio Gentili
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