Jue 10.02.2011
rosario

CORREO

Inseguridad

Interesante debate se continua instalando en nuestra sociedad respecto a la inseguridad y los jóvenes que delinquen, atravesando diferentes momentos y dimensiones. Lo llamativo y notorio es como desde lugares comunes y algo erráticos se intentan plantear salidas que en apariencia se conforman como progresistas.

No es posible imaginar esta etapa política del país con más de lo mismo en términos de variados y múltiples escenarios tradicionales, anquilosados y corruptos, con redes y economías delictivas que se sostienen en complejas tramas policiales y paraestatales. Se deberá plantear el desafío de saltar la valla, de romper el cerco, de quebrar un techo ficticio que intentan imponernos, desde los medios de comunicación monopólicos.

La estrategia a construir y avanzar en nuestra provincia y en nuestra ciudad es el Acuerdo por la Seguridad Democrática, una amplia alianza multisectorial y multipartidaria que reconozca la importancia de promover soluciones eficaces al problema de la inseguridad y el delito, rechazando las recetas de mano dura y proponiendo la formulación y profundización de políticas públicas democráticas orientadas a la prevención del delito y la inclusión social.

Pero esta propuesta requiere de su concreción política amplia, diversa y plural. ¿Son Scioli o el titular de la cartera de Seguridad Bonaerense Ricardo Casal, la maldita Bonaerense y la mayoría de los Barones del Conurbano Bonaerense símbolos de seguridad democrática?

Cuesta ver al concejal Giuliano o al presidente del PJ santafesino Ricardo Spinozzi proponiendo otra cosa que no sea la baja de edad de imputabilidad de adolescentes; ni que hablar de Barletta y sus vetustas ideas respecto a la inclusión juvenil. Y para que hablar de Boasso o el PRO de Laura Weskamp junto a la mayoría del pejotismo santafesino, hoy unidos e imaginando triunfos, que difícilmente faciliten leyes cercanas a la Ley Nacional Nº 26.061 de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes.

En este sentido, esta ley debería implicar un shock profundo de financiamiento, equipos profesionales, programas y proyectos, algo extraño de observar en el plano gubernamental vigente.

Será, entonces el desafío de quebrar el bipartidismo, de continuar la lucha contra un Hambre que es crimen; donde hay que ir por mucho más. Resignificar la práctica política, instalar un proyecto que redistribuya la riqueza en serio, que se apropie de las rentas extraordinarias, que reindustrialice la Nación como lo merecemos todas y todos los argentinos.

Lautaro D'Anna

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