CORREO
Energía
Tras el lamentable desastre en Fukushima, la opinión pública mundial queda otra vez atropellada, humillada y cargada de miedo. Ahora resulta que el uso de energía nuclear para generar electricidad no es seguro porque los ingenieros no dominan la fisión y menos aún la fusión atómica.
Es verdad. Todavía no se puede dominar esa poderosa fuente de energía y hay riesgo de explosión y contaminación y muertes, pero, ¿quiénes están más interesados en fomentar el miedo? ¿No es curioso que los que más hablan de riesgo, son justamente los que más reactores nucleares y bombas atómicas tienen?
Estamos en plena Era Nuclear y el peligro es real. No se sabe qué hacer con los deshechos radioactivos. Y ya hubo fallas y fugas radioactivas en Chernobyl, en Norteamérica y también en la planta de Atucha, en nuestro país, donde una fuga radioactiva fue controlada pero podría haberse perdido el control. El desarrollo nuclear es peligroso.
También la exploración espacial es peligrosa y hasta tiene implicancias belicistas. Cuando explota el Transbordador Espacial Challenger y muere toda su tripulación, la opinión pública mundial quedó deprimida. Pero eso no va a parar la exploración del espacio y tampoco los accidentes nucleares van a parar la investigación y aplicación de la energía nuclear, que tiene más futuro que pasado.
La ciencia debe seguir estudiando el espacio exterior, tienen que seguir lanzando cohetes con astronautas y satélites y zondas. Y la ciencia y la tecnología, sobre todo en los países pobres, en los menos desarrollados, tiene el derecho y el deber de investigar, de estudiar, de experimentar y de aplicar los usos que todo eso pueda dar para mejorar la economía y la vida de todos.
Cuando se inventó el tren, mataba gente y ganado. El automóvil atropellaba gente y producía miedo y muerte. El empleo de la energía eléctrica también costó accidentes y muertes y hasta trajo la picana eléctrica, pero nada de todo esto debería meter en el mundo tanto miedo como para detener el necesario progreso sustentable.
Estoy muy apenado por ese desastre natural en Japón, complicado por esta alerta nuclear que provocó el tsunami en los reactores de Fukushima. Japón tiene más de cincuenta reactores nucleares y mucha concentración demográfica. Francia tiene más de sesenta y Norteamérica tiene más de ciento.
La aventura del conocimiento científico no puede detenerse, aún con todos los desastres y el pánico inducido donde los que saben no hablan y los que no saben nada de ciencia, se lo pasan fabricando demonios y vendiendo apocalipsis.
Rubén Vedovaldi
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