Jueves, 7 de abril de 2011 | Hoy
La torta de la minoría
Veo a diario cómo se acentúan las desigualdades sociales en Argentina, y con ello la falta de oportunidades a gente muy talentosa que no tiene empleo. O, si lo tiene, percibe magros salarios. Me preocupan muchos indicadores que echan por tierra toda expectativa de mejoras. La pobreza, indigencia, el desempleo y subempleo, la pauperización de importantes franjas poblacionales, inseguridad, el ascendente consumo de estupefacientes... una realidad que puede percibirse fácilmente al tomar contacto con las personas que padecen diariamente estas dificultades.
Una diversidad de argentinos asiste a un escenario penoso, desolador. Me pregunto de qué sirve el crecimiento de la economía si el capital humano queda relegado, marginado, menospreciado. ¿Acaso el poder político desconoce que una gran parte de la sociedad argentina está resignada porque cree que nada cambiará en sus vidas por más esfuerzos que realice? ¿O no ven los dirigentes que mucha gente ya no se proyecta, no quiere capacitarse ni perfeccionarse? Es más, ¿no evidencian los funcionarios públicos el desánimo casi unánime de aquellos que salen a trabajar diariamente, de los jóvenes que recurren a las drogas o al alcohol porque encuentran una vida más placentera y distante de los problemas que deben afrontar cuando no están bajo esos efectos perjudiciales para la salud?
En Argentina, la economía seguirá en pleno crecimiento pero sin desarrollo humano. Miles de compatriotas no evidencian el progreso, una mejora en la calidad de vida. Mucha gente escucha o lee que aumenta el consumo interno, que en los shoppings crecen las ventas, que cada vez se compran más automóviles. Pero la torta no es para todos; sólo para una minoría. Y mientras existan estas incongruencias, será imposible hablar de un país próspero.
Marcelo Malvestitti
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