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Encuestadoras

Otra vez andan casa por casa las señoritas encuestadoras. Piden permiso para hacer unas preguntas relacionadas con las próximas elecciones. Cuando llega una encuestadora antes que nada le pregunto: ¿Quién encargó la encuesta? ¿Cuánto paga por esa encuesta y qué uso van a hacer de la información que les demos? Tenemos derecho a exigir honestidad y transparencia. La señorita no sabe -o no quiere decir - quién encarga la encuesta. Entonces le digo: no voy a confiarte ninguna respuesta porque lo que digamos puede ser usado y suele ser usado en contra suya, mía y de otros vecinos. Recién entonces la señorita se entera de que lo que le mandan hacer es deshonesto.

Me indigna profundamente que los candidatos electorales no sepan lo que pensamos y sentimos, porque eso significa que no están con nosotros. Si vivieran entre nosotros y como nosotros, ya sabrían muy bien lo que sentimos y pensamos.

Que manden a una señorita a encuestar lo que no se atreven a dar la cara para preguntarnos en persona, es mala señal, es evidente que no quieren dialogar, que algo se traen entre manos.

¿Por qué se ocultan? ¿Qué andan manipulando a escondidas? ¿Qué van a manipular cuando ocupen cargos y tengan poder para manejar a la ciudadanía sin dar la cara?

Por algo se enmascaran esos sinvergüenzas mal educados detrás de este ocultamiento encuestador.

Eso no se hace, señores. Si se tapan la cara como ladrones para mandar averiguar lo que sentimos y pensamos, mañana cuando ocupen un cargo tampoco van a dar la cara. Van a ocupar cargos públicos para ocultar, para mentirnos y para robarnos, ya están entrenados.

Ciudadanos, por una gestión más transparente, desenmascarémoslos. No contestemos ni una sola pregunta a esas señoritas mandadas por esos encuestadores que trabajan por encargo de no sabemos quién. No permitamos que nos vengan a escarbar la opinión, y no digan quién paga la encuesta y lo caro que lo vamos a pagar nosotros mañana.

Rubén Vedovaldi