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Miércoles, 20 de julio de 2011

CORREO

Debate

En el debate del sábado pasado entre los candidatos a gobernador se mostró que hay dos candidatos preparados que compiten, y uno que, recitando diagnósticos desde el sentido común y las buenas intenciones, puede expresar un voto testimonial de rechazo.

Antonio Bonfatti se mostró nervioso ante el ataque cruzado de Agustín Rossi y Miguel del Sel. Tuvo que reconocer que su propaganda sobre escuelas construidas es exagerada, que no hubo edificios ni docentes. Que los anunciados acueductos son una demorada y reiterada promesa de lo que encontró ya licitado, y anuló su gobierno. No pudo refutar ni los gráficos de Rossi indicando la subejecución de partidas, ni el traslado a gasto corriente de lo que se invertía en obras, ni la utilidad del fondo sojero que coparticipó la Presidencia. Tampoco pudo refutar los faltantes señalados por Del Sel en cuanto a vivienda, cloacas, gas y energía. Y evidenció el enorme déficit en materia de seguridad. Buscó echar culpas esta vez no a la historia peronista, sino al aislamiento al que lo sometería el kirchnerismo. Un error, porque con eso destaca la mayor fortaleza de Rossi, su rival más cercano.

Rossi golpeó a dos puntas con eso. Se refirió a una mentirosa victimización a que apelaron Binner, Lifschitz y Bonfatti. Pero lo hizo refutando a Vucasovich, con lo que desnuda que tras la frescura de Del Sel se esconden viejos y desprestigiados dirigentes como Nicotra y la diputada.

Bonfatti llevó su mejor parte en cuanto a salud, que es el eje de su gestión. Flaqueó sin embargo en un tema candente: la aplicación indebida de agroquímicos. Del Sel fue aún más elusivo al respecto. Ambos se disputan el voto del complejo sojero. En el detrás de cámaras se notó nervioso al candidato socialista.

Del Sel se mostró en el papel que mejor le sale, el de un hombre simple y preocupado, que descubre la política y anuncia que se entregará a ella, con más entusiasmo que experiencia. Quiere repetir el milagro de Reutemann, pero habla demasiado.

Rossi se mostró con su dureza habitual, que no parece sumarle la simpatía de quienes no son sus partidarios. El que más lo favoreció, en esa dureza que a veces raya la antipatía, fue Del Sel, su contrincante del miércoles en TN. El Midachi lo humanizó cuando le decía boxeador casi con cariño, y con los chistes que se cruzaron al final. El buen clima con que cerró el debate fue un inesperado favor que hicieron a Rossi sus contendientes, ya que ese clima de confraternidad y armonía pule las aristas hirientes del candidato más sólido y preparado.

Francisco Roldué de Larragán

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