CORREO
Candela
Era previsible que ante semejante movida mediática durante la búsqueda de Candela Rodríguez, un posible desenlace fatal multiplicaría la exposición del caso arribando casi al extremo de lo indigno, con información sin ningún tipo de fundamentos sólo con el afán de tener una primicia. Resta dilucidar cómo afectó este comportamiento mediático.
Apenas conocida la noticia de la muerte, la prensa arrasó la pantalla con coberturas en el lugar del hecho, arrojando información basada en su totalidad en suposiciones, no más que eso, sólo suposiciones y rumores. Los titulares en los noticieros entre signos de pregunta, evidenciaban los pocos cimientos con que se trató el acontecimiento. "¿Será esta la casa donde estuvo secuestrada Candela?", figuraba una y otra vez.
El uso de un sinnúmero de teorías e hipótesis, perdieron su esencia transformándose en meras afirmaciones, o en su defecto, en oraciones comunicadas en potencial como forma de cubrirse: habría, pareciera que, estaría en. Se llegó a decir que la niña estaba casi decapitada, y poco después lo negaron sin ningún tipo de rectificación.
Se le suman las imágenes, ediciones, informes con músicas tétricas, todo un show del que la audiencia no tiene dimensión de su crueldad. Sin embargo lo consume. Así, mediante la difusión de noticias, la prensa establece una "versión oficial" de los hechos a cada momento, llevando de aquí para allá a la audiencia, la cual termina siendo cómplice. Y estas "versiones oficiales", al no tener un sostén de chequeo, pueden ser directamente falsas pero se toman como veraces.
Aun más, este tipo de tratamiento de la noticia, puede ensuciar y hasta hacer fracasar la investigación, tal como dijo el fiscal general de Morón, el doctor Nieva Woodgate. Vale precisar que este caso es especial por el enorme interés social que tomó, al cual alimentaron en gran medida los medios.
Habría que preguntarse cuál es el nivel de nocividad que produce esta falta de rigor periodístico, y yendo un poco más allá, cuál es la responsabilidad de los medios, tanto en el caso policial como en el efecto que producen en la sociedad que los consume.
Facundo Borrego
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