Minería

Los argumentos de quienes denostan la lucha de los que no aceptamos los métodos de extracción aurífera, en base a dinamitar cerros y utilizar cianuro en la separación de los metales, resultan casi infantiles, ya que todos utilizamos metales en la vida cotidiana y para distintos fines.

Pero eso no justifica que contaminemos el aire, el agua y la tierra que circunda las explotaciones intensivas, condenemos el futuro de generaciones con la contaminación de napas, arroyos, lagunas y pongamos en riesgo la flora y fauna de nuestras provincias cordilleranas.

Por otro lado, se suman la corrupción que rodea cada uno de los convenios o contratos ocultos firmados por distintos gobernadores y el descontrol en que incurren respeto a la preservación del medio ambiente, el manejo de las estructuras judiciales de las provincias, la represión de las protestas y el mirar para otro lado de parte del Estado Nacional frente al crecimiento de la resistencia popular a la megaminería, sin que el parlamento reaccione.

El país se debe un debate maduro, democrático, frontal y profundo para decidir el futuro de la minería nacional, ya que el otorgamiento de jurisdicción provincial a los recursos naturales ha demostrado graves fallas políticas, al posibilitar la distorsión de la preservación de nuestro patrimonio por parte de corruptas administraciones provinciales, que han priorizado el valor de los metales por sobre el valor de la vida humana.

La creciente resistencia de nuestras poblaciones a este tipo de explotaciones se suman a las del uso de los agroquímicos en la explotación sojera indiscriminada, indicando una muy positiva tendencia de nuestro razonamiento colectivo que junto a la defensa de nuestros bosques nativos pasa por el de los glaciares, el agua, el aire y la tierra libre de contaminaciones.

Se está formando una conciencia de la calidad de vida que obligará a replantear los sistemas de producción, el manejo de las construcciones, el diseño de nuestras ciudades y el primordial cuidado de la salud, que no debimos descuidar en las últimas décadas de explosivo crecimiento de los parques automotores.

Angel M. Contestí