Diez diciembres

Han transcurrido diez años, una década o bien tres mil seiscientos cincuenta días desde de diciembre de 2001. Tiempo suficiente para una reflexión colectiva, no sólo no se fueron todos los detentadores de los micro y macropoderes, sino que además advinieron unos cuantos más con los mismos discursos o habiéndole dado algunos retoques de maquillaje.

Los muertos de entonces aun no pueden descansar en paz, pues los verdugos que se cobraron esas vidas continúan impunes e impertérritos ocupando bancas legislativas y espacios de poder.

¿Acaso como afirma Manuel Vicent el polvo que más blanco lava es el olvido, y como dice el tango diez años no es nada?

En aquellos días cuando la eclosión institucional estaba en ciernes, los flagelos creados por la aplicación de recetas socioeconómicas regresivas llevaron al derrumbe y apareció la muerte en las calles.

Entonces, pulularon los voceros de la mano dura contra las protestas sociales que luego se encerraron en sus madrigueras y con el tiempo se diluyeron las investigaciones.

Cabe recordar la condigna respuesta popular en medio del descalabro, la emergencia de asambleas barriales de vecinos deliberando en todos los ámbitos, haciendo del debate político una herramienta genuina de acción.

La astucia, las maniobras y triquiñuelas fueron desarticulando desde arriba estos mecanismos asamblearios para volver a imponer las estructuras y los mecanismos de la dominación. De por medio la masacre en el puente Pueyrredón, las nuevas alianzas para mezclar antiguos elementos en supuestos nuevos odres.

Diez diciembres han pasado. ¿No hay huellas en los pasos? ¿Qué de aquellos fuegos? ¿Sólo cenizas o algo más?

Rafael Ventura León