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En estos tiempos convulsionados en relación a la violencia desatada en los barrios periféricos de nuestra ciudad aparecen interpretaciones varias acerca de los motivos y causas.

Estamos viviendo entre disímiles fuegos cruzados que comienzan en las palabras hirientes y fanáticas entre políticos que deben gobernar los destinos de nuestro país con criterio y buena voluntad y concluye en la muerte de una militante en Empalme Graneros bajo un tiroteo de "bandas".

La primera palabra que me viene en mente es desigualdad.

El enfrentamiento ideológico feroz (que nada aporta), la discriminación permanente, la banalización televisada, la preocupante falta de valores como la humildad, la responsabilidad, la solidaridad.

Nuestra ciudad está dividida, en la humanidad desde sus orígenes sucede esto. Recuerdo los versos de Almafuerte: "Nada te ama, el lado más bello de la humanidad, sus virtudes más amables parten de un punto negro, son la perspectiva de su propia podredumbre".

Las adicciones son un problema de salud, espiritual, social, que tienen que abordarse desde una perspectiva clínica, psicológica, reeducativa, pensar en la reinserción social de la persona.

La delincuencia trasciende este escenario y deben involucrarse otros elementos. El narcotráfico tiene que ver con otra cosa. El complejo entramado de opiniones acerca de estas coyunturas dificulta el abordaje adecuado para cada situación.

Salud, justicia, educación, palabras tan instaladas en nuestra conciencia y tan lejos de nuestra cotidianeidad.

Nosotros desde nuestro espacio, desde nuestra trinchera sagrada, donde el día a día se vive como una aventura, donde el respeto por el otro, el abrazo desinteresado, el compromiso combativo forman un arcoiris de respuestas; desde allí vivimos, desde allí surge nuestra propuesta. Pensar un proyecto de vida. Una manera de sobresalir de este andrajoso destino.

Osvaldo S. Marrochi

Presidente Fundación Esperanza de Vida