Sobre el fútbol actual

El fútbol argentino ha perdido la impronta de los jugadores que, en cada partido, provocaban el aplauso generalizado de los simpatizantes. Años atrás, diversos protagonistas de este juego bonito y entretenido estaban dotados de una mejor técnica individual, vale recordar a Norberto Alonso, Ricardo Bochini, Miguel Brindisi, Carlos Babington, Mario Zanabria, por citar ejemplos.

Es indiscutible que con el paso del tiempo, los espectáculos de este deporte popular se han visto cada vez más deslucidos, precisamente porque el buen manejo de la pelota ha dado lugar al maltrato reiterado a ésta.

Actualmente, son casi imperceptibles los recursos de los futbolistas para captar la atención de quienes asisten a los estadios masivamente y los que lo miran por TV. ¿En dónde quedó la destreza para eludir a un adversario, la exactitud en los pases, el balón pegado al pie en cada corrida, los remates óptimamente direccionados al arco rival?

Es innegable que hoy sobresale el maltrato a la pelota, lo cual deriva en abucheos, insultos, desaprobaciones y desencantos de los hinchas que, pese a todo, imprimen una pasión desenfrenada, irrenunciable.

El fútbol es un juego, una competencia que moviliza a multitudes, y apena mucho que genere aburrimiento entre la gente. En ocasiones, pasan los minutos y no solamente no hay jugadas aceptables sino que tampoco se producen llegadas a los arcos. A menudo, la pelota va de un lado a otro sin rumbo definido, el jugador la saca de los límites del campo o pierde fácilmente el control de la misma y abundan las infracciones.

Ahora bien, ¿cuáles fueron las falencias para que este fútbol se vea pésimamente? Quizá se le haya dado prioridad a la parte físca y no tanto a la técnica individual. Actualmente se buscan jugadores fornidos, de gran contextura física, que corran mucho sin la pelota en los pies. De esta manera, han quedado relegados futbolistas con enormes condiciones para estar en primera división. Habrá que revisar errores y corregirlos para no repetirlos de ahora en más.

Marcelo Malvestitti

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