Crisis y algo más

Las crisis disparan múltiples epifenómenos, muchas de las lacras ya existentes pero a veces de modo soterrado o subyacentes en las sociedades emergen a la superficie con contundencia.

Ocurrió en 1929﷓30, cuando en la mayoría de los países europeos y latinoamericanos imperaban regímenes totalitarios como el corporativismo portugués, el fascismo italiano o el nazismo germánico. Los territorios latinoamericanos fueron víctimas también de tiranías sangrientas, con el diligente apoyo de las tropas norteamericanas, personajes con rasgos novelescos pero no por eso menos perversos.

La última semana países como Suecia han sido escenario de una feroz represión contra los inmigrantes, que constituyen casi un 15 por ciento de la población y quienes padecen los flagelos de la marginación: la exclusión social y la pobreza. Las políticas económicas y sociales del neoliberalismo ponen al desnudo fenómenos como el racismo explícito de las clases dominantes que descarga su furia simbólica y material contra estos sectores subalternos.

La sociedad francesa también exhibió en estos días un infame brote homofóbico y chauvinista, calles plagadas de una turbamulta afirmando el patriarcalismo capitalista y hasta un sujeto inmolándose desde la catedral de Note Dame de París en nombre de la "Francia eterna", contra los inmigrantes que atormentan el "sueño europeo". Ambos acontecimientos manifiestan una descomposición social de gran magnitud.

Ya lo explicó hace algunos años el filósofo Michel Foucault, el racismo como práctica y discurso es la coartada ideológica de los que imponen la dominación para ejercer sin culpas la explotación y la expoliación. Esto salta a la vista en la mayoría de los territorios al observar la lógica imperante del sistema del capital-mercancía como una maquinaría bélica que alterna cachiporras con planes económicos y ajustes draconianos con bombardeos. Todo esto bajo el ropaje del más extremo nacionalismo.

Carlos A. Solero

Miembro de Apdh﷓Rosario