Saturno y el presente

Saturno, dios de la mitología griega, devoraba a sus propios hijos. El retrato que de este ser monstruoso y antropofágico hizo Francisco de Goya y Lucientes es magistral, ilustrativo al extremo e impresionante.

El sistema capitalista es como saturno: devora a sus hijos, a las mujeres y hombres a los que a diario nos obliga a vender nuestra fuerza de trabajo para obtener el cotidiano sustento y sobre todo para pagar tributos al Estado y servicios de agua, gas y electricidad a empresas predatorias. Devora también a los miles de excluidos sociales en todo el Planeta Tierra y sus propios ejecutores los mandatarios que aplican ajustes brutales para mantener la tasa de ganancia y el valor producido por la impiadosa explotación.

El actual gobierno nacional del Estado argentino, que asumió hace solo 7 meses, ya debe padecer el repudio en las calles de miles de personas en todas las ciudades del país, aun el de sus votantes que lo instalaron en sus poltronas.

Poco duró la frívola algarabía de los globos amarillos, la música ligera y los pasos de baile en el balcón de la Casa Rosada.

El 14 de julio de 2016 quedará en la historia como el día en el que los gritos, bocinazos, cacelorazos e insultos contra el presidente y su equipo de gerentes del ajuste crónico no pudieron ser acallados.

Paradojas de la historia, un 14 de julio pero de 1789 el pueblo de Francia tomó por asalto en París la fortaleza de La Bastilla y la demolió, de ese símbolo del poder monárquico y absolutista solo quedaron algunas piedras. Toda una señal.

Decía el filósofo Michel Foucault que donde hay poder también hay resistencia. Y la historia no solo no llegó a su fin como profetizara falazmente Fukuyama sino que continúa.

Ya lo señaló con acierto Walter Benjamin: La historia es discontinua, la única historia continua es la de los opresores.

Carlos A. Solero