CORREO
En los últimos tiempos y, a partir de las distintas visiones de la realidad, pensar en la cultura es abrir la mirada a todas las formas de vida sociales.Tony Puig, en el Congreso Argentino de Cultura celebrado en Mar del Plata, nos planteaba a los presentes que hasta hace unos años se potenciaban consumidores culturales, clientes o usuarios de la cultura que coleccionaban arte, iban al cine o al teatro y decían Amén frente a lo ya elaborado de antemano. Esta liviandad de propuestas llevó a la delincuencia cultural y, por ende, debe ser cuestionada. Poder pensar a la cultura no ya sólo como sinónimo de espectáculo o diversión, como un "culto dorado a los artistas", esplendor de las políticas culturales de los 90, sino, como el espacio para cuestionar/ se, para dar respuestas, proponer alternativas, será la forma de "crear sentido". El sentido que, hasta hace unas décadas era construido desde la educación, a través de sus instituciones, y ya no puede dar respuestas fehacientes frente a un mundo tan complejo. La escuela, hoy reemplazada por otros espacios, era la institución de iniciación al sentido de la vida en común, la posibilidad de ascenso social y el acceso a un trabajo digno. El ciudadano, con derechos, deberes y responsabilidades, surgido en la modernidad, debe ser recuperado y resignificado, no sólo desde la educación, sino desde la cultura para potenciar más y mejores ciudadanos responsables de la cultura común. Hoy por hoy, hace falta que no sólo del ámbito escolar, sino de todos lugares se gestione para movilizar, para pensar nuevas estrategias; "son tiempos maravillosos de rediseño feroz" afirmaba T. Puig. Ahora bien, para que ello ocurra, deberá incluirse a todos, el público y los anónimos que no concurren a los cines, teatros, plazas, parques y demás espacios culturales, hay que motivar a la ciudadanía desde la cultura escuchando atentamente, detectando puntos clave urgentes, diseñando propuestas avanzadas en gestión cultural y convocando distintos ámbitos a la discusión, tales como: asociaciones, medios de comunicación, creativos, directores de teatro, empresas, turismo, etc., a fin de priorizar cuestiones fundamentales para "esa" sociedad y así planificar teniendo en cuenta el contexto. Pero esto no lo pueden hacer solamente los ciudadanos desde sus lugares, sin los gestores, encargados de las políticas culturales de los lugares donde viven. Es necesario que los encargados de la gestión se ocupen de informar todo lo que se está realizando, pero además muestren que hay un mañana, un futuro posible que se pueda construir entre todos. Al decir de T. Puig, la cultura dará sentido, cambiará actitudes y comportamientos cuando los gestores den respuestas ante la pérdida de sentido de la vida.
Carina Cabo
Pedagoga
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