Dom 22.08.2010
rosario

SOCIEDAD › LEONARDO BOFF Y EL AGUA: EL MANIFIESTO DE ROSARIO PARA AMéRICA LATINA.

Agua como derecho y bien universal

En el Manifiesto de Rosario se estableció que el agua es vitalidad y que atraviesa toda existencia, animal, vegetal y a todo ente inorgánico. Al ser el agua, vida en sí en nuestra Tierra, es un derecho de toda la naturaleza. No es una mercancía. No es objeto de apropiación privada. Pertenece al bien común universal. Por ello, tiene que estar en manos públicas y comunitarias.

› Por Aníbal Ignacio Faccendini *

El documento que hicimos con Leonardo Boff, denominado "Manifiesto de Rosario sobre el Agua", tuvo su día de gloria. El viernes trece de agosto de este año, fue ampliamente apoyado por la Universidad Nacional de Rosario, el Ministerio de Aguas y Servicios Públicos de la provincia de Santa Fe, el Ente Regulador de Servicios Sanitarios, la empresa Aguas Santafesinas, representante del Ministerio de Trabajo, organismos ambientales, entidades de derechos humanos y sociales, como así también distintos credos religiosos. Todos adhirieron entusiastamente a esta declaración en una reunión en el rectorado de nuestra universidad pública. Allí, junto al gran pensador brasileño expusimos la declaración de Rosario.

Cuando elaboramos el Manifiesto conjuntamente con Leonardo, era indudable que el espíritu que nos guiaba era y es la democratización del acceso al agua, no sólo del hombre sino también de toda vida. Coincidimos en la instalación prioritaria en nuestra cultura del biocentrismo desplazando así, al antropocentrismo. La vida es la reina de la naturaleza. O sea, la naturaleza es la soberana en sí y para sí. Hay que romper con toda monarquía o actitud principesca del hombre sobre lo existente. La modernidad positivista, impuso la ajenidad, esto es, el hombre por fuera de su contexto. Necesario para dominar y conquistar. Se tuvo que ubicar al humanismo por fuera de la naturaleza. Pues se conquista lo ajeno, lo que está por fuera de sí.

El mercado, la modernidad, son grandes planificadores de desastres en nuestra única comunidad que es la Tierra. La lógica del sistema es que a toda vida se le puede imponer la mecánica mercantil, es decir hacer negocios y ganancias. Todo, a dicha visión, es una gran mercancía que cosifica toda creatividad. El mercadocentrismo, es un gran impulsor del tedio y de su procedente cotidiano el aburrimiento. Porque expande la falsa idea de la certeza, típica del positivismo y del cálculo. Sabemos, supuestamente, lo que vamos hacer y repetir todos los días, aún después de muerto. Es la vida para el consumo. ¿Y la vida para la naturaleza? ¿cuándo?.

El agua, desde la modernidad líquida (neomodernidad) nos viene a decir que existe la incertidumbre y que puede escasear gravemente en el año 2050. Se calcula que la población mundial treparía a nueve mil millones de personas, de los cuáles aproximadamente cinco mil millones no tendrían integral acceso al agua y a saneamientos. Lo que más lo padecerían serían los países del sur. También, lamentablemente se avizorarían guerras por el agua. Los mercantilistas ya hablan del "oro azul" equiparándolo con el "oro negro" del petróleo. Vale aclarar, que se puede vivir sin petróleo pero no sin agua. La diferencia es oceánica y no corresponde la equiparación. Hay vida más allá del mercado.

El Manifiesto de Rosario, toma del agua, su metamorfosis constante. Pues, es vitalidad que atraviesa toda existencia, animal, vegetal y a todo ente inorgánico. Al ser el agua, vida en sí en nuestra Tierra, es un derecho de toda la naturaleza. No es una mercancía. No es objeto de apropiación privada. Pertenece al bien común universal. Por ello, tiene que estar en manos públicas y comunitarias.

Durante veinte años he luchado, para que el agua sea un derecho humano fundamental, parecía otrora un reclamo imposible. Sonaban entonces lo dicho por Max Weber cuando planteaba que "Es una verdad probada por la experiencia histórica que en este mundo sólo se consigue lo posible si una y otra vez se lucha por lo imposible". En julio de este año, se hizo realidad este derecho tan esperado. La ONU, por iniciativa de Evo Morales, declaró el acceso al agua y al saneamiento como un derecho humano esencial. Es un gran paso. Va a ser ahora difícil para los estados nacionales y para la comunidad internacional, hacer la vista gorda ante los tres niños que por minuto mueren en el mundo por no acceder a agua segura o a las dos millones de personas adultas que mueren por año por contaminación hídrica. Y, así podríamos seguir enunciando este genocidio silenciado y naturalizado.

Conversando con Leonardo Boff, coincidíamos en que la problemática del agua es más grave que la del cambio climático. Sin embargo, el problema ambiental se agudizaría si a la escasez se le sumaba el calentamiento de la Tierra.

El profesor Ricardo Petrella, referente mundial de la temática hídrica y director honorario de la Cátedra del Agua de la UNR que presido, ha señalado que la escasez ambiental de esta esencial sustancia se debe fundamentalmente a factores políticos. Los estados nacionales no se hacen cargo de la situación y los organismos supranacionales tampoco han resuelto medidas idóneas que pongan límite a este genocidio planetario. Tampoco los países desarrollados son solidarios con los del sur para que puedan contar con recursos económicos para desarrollar los servicios sanitarios. Los estados del norte pretenden que los del sur sean custodios de los reservorios de agua dulce ante la escasez. Ya que la población de éstos no acceden por falta de inversiones. Semejantes asimetrías se deben resolver con paz, cooperación y solidaridad. Por ello, en el "Manifiesto de Rosario sobre el Agua" para América Latina, planteamos que la Conferencia por el Cambio Climático a realizarse en Cancún (México) los primeros días de diciembre del corriente; se considere la temática del agua, como punto prioritario e independiente dentro de la agenda de la conferencia, para que consagre una solución para que no quede impune semejante y actual catástrofe ambiental.

Tenemos que desracionalizar la modernidad. El cálculo cartesiano y la ciencia que no piensa, nos hizo abandonar el asombro. Es el asombro el que nos conecta con la realidad manifiesta para transformarla.

* Coautor con el Dr. Leonardo Boff del "Manifiesto de Rosario sobre el Agua". Director Profesor de la Cátedra del Agua de la UNR. Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales. Docente de la UNR.

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