SOCIEDAD › BALANCE SOBRE LAS CONDENAS A REPRESORES DE LA úLTIMA DICTADURA
El reencuentro, el camino en común por la justicia fue una constante en cada juicio por crímenes de lesa humanidad que se realizaron en Rosario y Santa Fe. A sus impulsores los une la convicción de haberle gambeteado a la derrota.
› Por Sonia Tessa
"Si ellos creyeron que lograban su cometido, no lo consiguieron porque estamos todos juntos acá", dijo Florencia Amestoy, en la puerta de los Tribunales Federales de Rosario, después de escuchar la última sentencia a prisión perpetua de cumplimiento efectivo del año a los represores Manuel Fernando Saint Amant, Antonio Federico Bossié y Jorge Muñoz. Florencia es la prima de María Eugenia y Fernando Amestoy. Militante de HIJOS de Paraná, llevó a cada audiencia las fotos de los niños que fueron asesinados en la masacre de la calle Juan B. Justo 676, el 19 de noviembre de 1976. Eran su estandarte frente a los integrantes del Tribunal Oral Federal número 2. Afuera, eran además, una de las razones de la tenacidad. La celebración del reencuentro, del camino en común por la justicia, es una constante en cada juicio por crímenes de lesa humanidad. A sus impulsores los une la convicción de haberle gambeteado a la derrota, de forjar cada día un camino colectivo. Cada abrazo condensa emociones maceradas durante 36 años, tras mucho tiempo de batallar en soledad. Las condenas llenan de sentido todo aquello.
* Este año, en Rosario, hubo dos sentencias por crímenes de lesa humanidad: el 26 de marzo, el Tribunal Oral Federal número 2 leyó el veredicto de la causa Díaz Bessone, la primera parte de emblemática megacausa Feced, en la que recibió su primera condena uno de los ideólogos del terrorismo de Estado en la Argentina, Ramón Díaz Bessone. Durante el largo año y medio que duró el proceso oral y público, se escucharon más de cien testimonios de los sobrevivientes del principal centro clandestino de detención de la región: el Servicio de Informaciones, ubicado en San Lorenzo y Dorrego. Allí pasaron alrededor de 2000 detenidos ilegales durante la última dictadura militar. Esa causa se inició en febrero de 1984 en la justicia provincial con el nombre de quien fuera interventor de la Policía provincial en Rosario, Agustín Feced. La condena por los delitos que tuvieron como víctimas a 93 personas fue de prisión perpetua para los dos únicos acusados por homicidio agravado en esta parte de la causa: Díaz Bessone y el jefe de los torturadores del SI, José "El ciego" Lofiego. Mario "El Cura" Marcote recibió una pena de 25 años, Vergara de 12 y Scortecchini de una década. El único civil acusado, Roberto Chomicki, que ingresó como secuestrado y colaboró con la patota, fue absuelto. Meses después, en noviembre, el juez de instrucción Marcelo Bailaque absolvió a Nilda Folch, ex esposa de Chomicki, acusada de los mismos delitos y prófuga durante años. Aunque muchas víctimas sintieron gusto a poco y hubo enojos por la absolución de Chomicki ese día hubo festejos y abrazos para celebrar la persistencia de la memoria, la voluntad de honrar a los compañeros desaparecidos. Para el año próximo, se espera el comienzo de la segunda parte de esta causa, que sumará nuevos imputados como Carlos "Caramelo" Altamirano y Julio César "Ronco" Nast.
* La segunda sentencia del año en la provincia fue en la ciudad de Santa Fe, en abril, fue de 10 años de prisión para el ex policía Roberto Martínez Dorr, alias Morrongo, por el secuestro y las torturas a Froilán Aguirre.
* La provincia de Santa Fe tuvo una particularidad este año: el 12 de julio de 2012, el Tribunal Oral Federal de Santa Fe comenzó el juicio contra el ex agente de inteligencia Juan Gil. Por primera vez en el país fue enjuiciado un imputado por amenazas a testigos y funcionarios judiciales en el marco de investigaciones por delitos de lesa humanidad, referida a violaciones a los derechos humanos perpetrados en esta zona durante el terrorismo de Estado. De este modo, Gil pretendía amedrentar a los impulsores de juicios por delitos de lesa humanidad en el norte de la provincia. La denuncia había sido radicada por integrantes de la Asociación Norte Amplio por los Derechos Humanos, a partir de correos electrónicos que los intimidaban y los difamaban. Los mails también fueron recibidos por la Fiscalia Federal de Reconquista y el Consejo Deliberante. En ese juicio oral y público declaró la presidenta de Yahoo Argentina, Jacqueline Berzón. El 10 de septiembre, condenaron a Gil a cinco años de prisión por el delito de amenazas.
* El miércoles pasado se realizó la última audiencia del año de la causa Sambuelli, que investiga la represión en el norte provincial. Esta causa tiene dos particularidades: se juzgan violaciones reiteradas a una de las secuestradas, y es una de las pocas causas del país donde se pone sobre la lupa a la Fuerza Aérea, ya que el principal acusado era el segundo jefe de la Tercera Brigada Aérea de Reconquista, Comodoro Danilo Sambuelli (el jefe, Jorge Van Thienen, falleció). En ese proceso están acusados además el mayor Jorge Benítez y los policías Eduardo Luque, Carlos Nickisch, Arnaldo Neumann, Rubén Molina y Horacio Machuca. Todos están acusados por "privación ilegítima de la libertad y tormentos agravados" entre diez y cuarenta casos, pero cuatro de ellos (Sambuelli, Molina, Neumann y Machuca), también por "violaciones reiteradas" a una adolescente de 16 años. "Sambuelli decía que él tenía el poder, que él podía hacer lo que quería conmigo", dijo la víctima. La causa se retoma con nuevas testimoniales en febrero, y se espera que entre marzo y abril haya sentencia.
* El balance del año incluye la suspensión aún sin fechade la causa por la represión ilegal en el cordón industrial, donde la mayoría de las víctimas eran obreros. Tenía fecha de comienzo el 12 de diciembre pasado. Los acusados son el abogado Pedro "Pili" Rodríguez, que era asesor jurídico de la municipalidad de San Lorenzo durante la última dictadura y los militares Rubén Cervera y Horacio Maderna.
Cada sentencia es, vista de una manera muy superficial, un trámite judicial: en su lectura se mencionan los números de artículos del Código Penal, calificaciones, la realización "en concurso real" con otros hechos. Pero cada persona que se acerca al juicio tiene motivaciones mucho más profundas. Las condenas desatan los nudos que sellaron durante años el terrorismo de estado, la impunidad de las leyes de punto final y obediencia debida, y el indulto. Militantes que lograron sobrevivir al horror y familiares de víctimas se abrazan, en esos días, con una sociedad que reconoce su tenacidad en la búsqueda de justicia. Son días de celebración que trascienden las tragedias personales. "La dictadura nos pasó a todos, todos fuimos afectados de alguna manera", dijo el único sobreviviente de la masacre de San Nicolás, Manuel Goncalves Granada, y por eso consideró que las sentencias brindan "la posibilidad de vivir en un país mejor no sólo a nosotros como familiares directos, sino a todos".
* El juicio por crímenes de lesa humanidad en San Nicolás condensó distintas tragedias: la de Manuel, que sobrevivió a los cinco meses a un ataque masivo de medio centenar de efectivos de las policías federal y bonaerense junto al Ejército. Los represores irrumpieron a los tiros y con granadas de gases lacrimógenos en la casa donde vivían Omar Amestoy, Ana María "Pochi" Fettolini, sus hijos María Eugenia y Fernando, una familia de Nogoyá que se había refugiado en San Nicolás por la represión contra Montoneros. Allí vivía también Ana María Granada, de 23 años, con su hijo Manuel, de cinco meses. El matrimonio Amestoy fue asesinado a tiros, los niños se asfixiaron por los gases. Ana María recibió 14 impactos de bala en su cuerpo, pero antes envolvió a su hijo entre almohadones y lo dejó dentro de un placard. De allí lo sacaron los represores para llevarlo al hospital San Felipe, donde estuvo cuatro meses solo, en una habitación, custodiado. Después, el juez de menores Juan Carlos Marchetti lo dio en adopción sin averiguar si había familia buscándolo.
Que Manuel haya recuperado su identidad a los 19 años, gracias al trabajo del Equipo de Antropología Forense, permitió que el 27 de agosto pasado se sentara en el Concejo Deliberante de San Nicolás adonde se había trasladado el juicio para contarles a los jueces que siempre se siente en falta, y sólo en días como ese le encontraba sentido a haber sobrevivido. La calma que lo invadió después de la sentencia es también su forma de tramitar aquella enorme responsabilidad. Si su mamá lo parió dos veces, se sentía obligado a perseguir justicia para su muerte.
La tragedia iniciada ese 19 de noviembre extendió sus brazos más allá del Paraná. En Nogoyá la vida de los Amestoy se convirtió en un infierno sostenido: la mamá de Omar, Beba Font de Amestoy, nunca pudo aceptar que sus dos nietos hubieran muertos. Hasta que logró la exhumación de los cuerpos creía que María Eugenia había sobrevivido. Su dolor la llevó una y otra vez a San Nicolás, adonde fueron también sus hijos Mario Alfredo y Miguel Angel el último 27 de agosto a contar su historia.
En el juicio que terminó el último jueves con las condenas a prisión perpetua a Saint Amant, Bossie y Muñoz se juzgaron también seis desapariciones: las de las hermanas María Cristina y Raquel Alvira, Horacio Martínez, Eduardo Reale, Rosa Baronio y Regina Spotti, entre el 21 de abril y el 5 de mayo de 1977. En esta causa sólo estaba acusado Saint Amant.
El día de la sentencia, Víctor Almada, llevaba la foto de su esposa siempre joven, casi como un escudo. El escapó por "un pelito" del operativo en el que se llevaron a su esposa y sus dos hijos, el 21 de abril de 1977.
Tras la lectura de la sentencia, Beatriz Baronio, que llevaba la foto de su hermana Rosa contó: "Siento una gran paz, porque creo que Rosa en este momento estaría muy agradecida de ver que yo pude seguir con la causa de ella. Y por mis padres también, que no están más, pero principalmente mi madre, si pudiera estar sería la primera en venir al juicio. Creo que ahora pueden descansar realmente en paz". Beatriz vive en Elortondo y su familia sufrió también el asesinato de su hermano Alberto, un mes antes de la desaparición de su hermana. Beatriz agradeció a los abogados querellantes Ana Oberlin, Carolina Ibáñez, Lucas Ciarniello y Alvaro Baella, y muy especialmente a los fiscales Adriana Saccone y Juan Murray.
Si la construcción de la memoria en San Nicolás tiene un paciente artesano, ese es José María Cholo Budassi, un hombre que fue secuestrado, torturado, pasó años en la cárcel y dedicó su vida a la memoria de sus compañeros. Budassi tiene claro que nada terminó el jueves. "La tarea ahora va a ser que muchos en San Nicolás comprendan y les caiga la ficha de que ocurrió un hecho histórico, porque al principal responsable de la represión en la zona, que es Saint Amant, le quedan pendientes muchas causas por crímenes de lesa humanidad. Pero yo creo que la deuda en parte ha sido pagada con este juicio. Si por una cuestión biológica Saint Amant no llega a las causas que van a venir, como la nuestra, de los ex alumnos del Colegio Don Bosco, ya tuvo una condena", expresó Budassi. El gusto amargo es la demora de 36 años en obtener justicia. "Lamentamos que muchos de nuestros viejos no estén hoy para verlo", confió.
Y cuando un camino está consolidado, se abre hacia el futuro. Por eso, 2013 será un año con otros juicios orales y públicos: el que se considera la segunda parte de la causa Guerrieri (el primer juicio por delitos de lesa humanidad en Rosario, con sentencia el 15 de abril de 2010) comenzará en marzo. Además de Pascual Guerrieri, Jorge Fariña, Juan Daniel Amelong, Walter Pagano y Eduardo Costanzo, ya condenados a prisión perpetua, se juzgará también a Ariel Porra, Juan "Barba" Cabrera, Alberto Pelliza y Marino González.
Desde marzo, una vez más, llegarán a la vereda de calle Oroño al 900 los integrantes del Espacio Juicio y Castigo para hacer "el aguante", un amoroso acompañamiento con mates, tortas infaltables de Margarita Forno y abrazos. El jueves, Adriana Alvira -otra querellante- manifestó su alegría de haber llegado a la sentencia "tan acompañada". Rosalyn Ruiz, una de las más tenaces organizadoras del aguante, cuenta que "desde el espacio, lo primero que se planteó cuando arrancaron los juicios era que la gente no se sintiera sola a la hora de venir y dar su palabra, sobre todo que sintieran que estábamos respaldándolos, dándoles un abrazo, acompañándolos. Que supieran que no están solos", dijo el jueves, todavía emocionada por las sentencias. "Llegó lo que pedíamos como imposible", dijo sobre la necesaria justicia reparadora.
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