SOCIEDAD › MANUEL M. CONFESó QUE MATó A CHIARA PERO DESLIGó A SUS FAMILIARES
Aumenta la sospecha sobre la familia del chico: su madre empleada judicial, su padrastro pocero municipal, su padre policía y sus abuelos. "Todos en esa casa tienen que haber escuchado (los gritos) y han visto a mi hija muerta", remarcó el papá.
El asesinato de Chiara Páez movilizó anoche a miles en la pequeña ciudad de Rufino, en una marcha que empezó con dolor silente en la plaza principal y concluyó con gritos y forcejeos agolpados sobre la puerta de la comisaría en la que el novio de la adolescente confesó el crimen por primera vez, a última hora del domingo. Ayer repitió su relato ante el juez de menores Javier Prado y los fiscales Alejandro Sinópoli y Mauricio Clavero, pero brindó detalles que a estos les hizo desconfiar de que Manuel M., de 16 años, no actuó solo, y entonces aumenta la sospecha sobre la familia del chico: su madre empleada judicial, su padrastro pocero municipal, su padre policía y sus abuelos. Menos el padre biológico, los otros están detenidos de manera preventiva, pero los plazos corren y por ahora no hay pruebas concretas en su contra más que la sospecha de todos en este municipio de 20 mil almas, en la punta de la Bota. Los fiscales pidieron prórroga para realizar la audiencia imputativa contra los habitantes de esa casa en barrio Jardín en la que unos perros descubrieron el cuerpo asesinado a golpes y enterrado de Chiara.
Tras el sepelio de la chica de 14 años por la mañana, la atención se enfocó en los fiscales Sinópoli y Clavero, que revelaron por la tarde que el adolescente acusado "siempre en su relato se manifiesta como autor del hecho". Pero repararon en que hay "incoherencias" entre las pruebas colectadas como el resultado de la autopsia, y su declaración. Suponen que Manuel M. "falsea la verdad" para encubrir a otros partícipes. Clavero confirmó que Chiara cursaba un embarazo de ocho semanas al momento de ser asesinada a golpes en la cara y la cabeza. Ayer la policía secuestró en la casa, palas y un colchón ensangrentado.
Los vecinos en la multitudinaria marcha de anoche señalaban que la madre del joven es empleada judicial, y que su marido actual es diestro en zanjeo para la Municipalidad.
Los fiscales le pidieron a la jueza a cargo, Lorena Garini, una prórroga de las detenciones por 48 horas para formalizar la acusación. Dijeron que "las hipótesis (del motivo del crimen) es un tema de mucha reserva pero lo que podemos decir es que ella estaba embarazada de ocho semanas. Su madre y su hermana lo sabían y apoyaban que curse su embarazo", dijeron.
En la reconstrucción del crimen, el acusado llevó a los pesquisas hasta un descampado a cien metros de su casa, donde apareció la carcaza del teléfono celular de Chiara. Mientras se la buscaba, alguien activó su chip desde distintos puntos de la ciudad. Se cree que para despistar la investigación. Luego contó que estuvieron en la vivienda, que discutieron -aunque él aseguró que no fue por causa del embarazo- y que como desenlace la golpeó con un palo. Pero aclaró que su familia no participó, que estaba dentro de la casa, y que él la enterró solo. La autopsia arrojó indicios de que los golpes fueron de puño y a mano abierta, y que la chica no ensayó defensa alguna.
Anoche los padres de la víctima explicaban su escepticismo. "Mi hija era grandota, hacía deportes, se habría defendido. No puedo entender tanta maldad. Si era por el embarazo no tenía que hacerse cargo. Pero no matarla", dijo Verónica Camargo, madre de Chiara. Agregó, asqueada, que Manuel la llamó esa madrugada. "Me dijo que me quería avisar porque la había dejado a la 1 en la cancha y que se fue a acostar, y que las amigas lo llamaron a las 3 porque Chiara no volvía, pero que él no sabía". Su hermana, Lorena Camargo, también se horrorizó de la actitud de los detenidos: "Que la encontraran en su casa dice mucho, y lo morboso, frío e inhumano de hacerse los preocupados, de buscarla, de llamar por si teníamos novedades y después romper y decir 'fui yo'. No lo creo capaz a Manuel de haber hecho todo él solo".
El padre, Fabio Páez, abundó: "No estamos en condiciones de acusar a nadie, pero dudo de todo el mundo que está investigando porque él fue el último que estuvo con mi hija, y el último al que investigaron. Una criatura de 14 años tiene que haber gritado ante los golpes y todos en esa casa tienen que haber escuchado, y han visto a mi hija muerta".
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