"Este es un lugar que sufrió a sus desaparecidos, aquí saben de qué estamos hablando; y venimos a decir que lo que pasó aquí, sigue pasando en nuestro país". La frase sale con dolor de los labios de Hilda Hernández Rivera, la madre de uno de los 43 normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos hace ocho meses en el estado de Guerrero, México. La semana pasada, llegó a Rosario con un grupo de familiares y un joven sobreviviente a las jornadas del 26 y 27 de septiembre de 2014, cuando desaparecieron sus compañeros. Entre las actividades que hicieron para difundir su lucha, acompañaron a las Madres de Plaza 25 de Mayo en su ronda de los jueves. "No les voy a dar una flor, porque ustedes los están buscando con vida", les dijo "Chiche" Massa, en un acto cargado de emociones. Con los rostros de sus compañeros estampados en la camiseta, su mochila de colores tejida y sus guaraches blancos enterrados en el pasto de la plaza, Francisco, de 19 años, reclamó: "Quiero a mis 43 hermanos de regreso". Y todos gritaron: "Con vida los llevaron, con vida los queremos".

El 26 de septiembre pasado, un grupo de estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa tenía previsto realizar una protesta en Iguala, en el estado de Guerrero. Todos viajaban en colectivos a la manifestación donde la esposa del alcalde de Iguala, José Luis Abarca, iba a encabezar un acto como funcionaria municipal, cerca de donde ellos se reunirían. Según denuncian las familias, por órdenes del intendente, la policía local intervino para que no haya interrupciones. Seis normalistas murieron, 25 resultaron heridos y 43 desaparecieron.

Ese hecho cumple ocho meses esta semana y algunas familias de los estudiantes salieron en una caravana hacia el sur de Latinoamérica para difundir su lucha y pedido de aparición con vida de los 43. El jueves, en la ronda con las Madres de los desaparecidos en Rosario, frente al Monumento Nacional a la Bandera, encontraron un común denominador. "Tenemos el mismo sentimiento, y no podemos creer que sigan pasando estas cosas después de 39 años. Sabemos el dolor que se siente, porque es el mismo. Pasan los años, pero al no tener respuestas las heridas no cicatrizan", dijo Chiche. "Aquí también el estado aparece acusado, pero en el caso de México, no hay una dictadura, aunque se comportan como si lo fuera. Nosotros empezamos con la consigna de que 'con vida los llevaron y con vida los queremos´, hasta que con el pasar de los años tuvimos que resignarnos a que eso era imposible. Cambiamos por el pedido de justicia, y que los represores sean juzgados. Pero ellos (los mexicanos) deben continuar en esta lucha. Nosotros fuimos pioneros en esto y sabemos que la lucha que no se pierde es la que no se abandona", les dijo, a paso firme, durante la ronda que recorrió con Norma Vermeulén y las madres de los normalistas.

Hilda Hernández Rivera es la madre de César Manuel González Hernández. "Estamos con ellas, porque son las que entienden lo que estamos pasando en estos momentos. Es de verdad muy difícil", dijo la mujer, con los ojos cargados de lágrimas. "Llevamos ocho meses y no tenemos ninguna respuesta, porque nuestro gobierno hizo caso omiso a lo que les estamos pidiendo. Este es un país que sufrió a sus desaparecidos y venimos a decir que lo que pasó aquí, sigue pasando en nuestro país. Aquí saben de qué estamos hablando. Las personas que sufrieron esto durante años nos van a ayudar a alzar la voz, porque tenemos fe de que nuestros hijos van a regresar con vida. Queremos que este reclamo llegue a los rincones más apartados", exclamó.

Tras la ronda, las madres les dieron sus palabras de aliento a los familiares de los normalistas desaparecidos. Alzando las manos, con flores apretadas en los puños, contaron desde el uno hasta el 43 para luego gritar que "con vida se los llevaron, con vida los queremos". Tal es el lema que se ve hoy en día en varios espacios del Distrito Federal, donde una carpa, montada sobre calle Reforma, espera el regreso con vida de los jóvenes estudiantes.

"Mi hijo tiene 21 años. Es un niño normal, que tiene aspiraciones: quiere ser maestro. Y lo buscamos con vida", reclamó Mario González, otro de los padres. "Hemos sido tan bien recibidos. Aquí encontramos que todos tienen un gran corazón. No imaginamos un recibimiento de tanta magnitud. Hay mucha gente noble. Es muy fuerte todo esto", dijo Mario, de Tlaxcala, emocionado por el recibimiento y los "apapachos" de aliento que recibió de los rosarinos que se acercaron a dar su solidaridad a la "Caravana latinoamericana 43". El hombre de piel curtida relató que cuando su hijo decidió ser normalista, lo "llenó de orgullo".