Sábado, 24 de abril de 2010 | Hoy
La presidenta Cristina Fernández de Kircher cerró ayer su discurso en Porteña, Córdoba, con un recuerdo que la emocionó. "Aunque parezca triste dijo me acordé que hace algunos años en Sunchales, nos regalaron a Néstor y a mí, dos banquitos muy pequeños, con los nombres de los dos. Los llevamos a El Calafate. No pegaban mucho con el resto del ambiente, pero siempre estuvieron allí. Yo nunca me desprendí de ellos. Y hoy, la persona que nos hizo aquel regalo, me preguntó si me acordaba y cuando le dije que sí, me recordó que los había hecho Silvia Suppo, la testigo que asesinaron hace poco en Rafaela".
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