Jue 31.07.2008
rosario

PSICOLOGíA › PSICOANáLISIS POR ESTUDIANTES, PUBLICACIóN DE TEXTOS DE ALUMNOS

Sobre el arte de interpretar

Subtitulado Un recorrido por las nuevas formas de hacer Universidad, el libro es una compilación de 40 artículos de estudiantes de la cátedra de Psicología Clínica I. La presentadora subrayó el valor de la lectura en la interpretación.

› Por Patricia Cuestas*

Desde que me invitaron a la presentación del libro Psicoanálisis por estudiantes me pregunté ¿qué justifica que me hayan honrado con esta invitación y cómo puedo serles útil? Asocié entonces que lo que se llama interpretación analítica es un modo de lectura. El desplazamiento de alguna coma, o de un punto, o bien la instauración de un signo de admiración, o el hecho de que si le agregara una letra se podría oír algo diferente, esos elementos nos obligan a constatar que para el analista el arte de interpretar tiene que ver con la lectura. Interpretar es una manera de leer, tomar como un escrito la palabra del paciente y hacer de ello una lectura que le dé un sentido que era inaccesible para quien lo emitía.

Ahora esta constatación, me obliga a comentar que el Inconsciente no es para nada una organización mítica, oscura, una especie de espíritu que se manifiesta cuando quiere, sino que tiene un soporte material, tiene un cuerpo, un cuerpo físico y ese cuerpo está constituido por una batería o conjunto de letras, que con su irrupción traduce, traiciona, revela, lo relacionado con un deseo desconocido hasta entonces. Consiguientemente no podemos deshacernos de esta presencia de la letra en nuestro funcionamiento psíquico.

Llamo la atención sobre este punto sólo para hacer ver que la validación de un propósito, lo que le da su autoridad, sólo conoce dos vías: la primera es que ese propósito sea hablado, que se enuncie, en cuyo caso para validarlo se refieren a la autoridad del locutor, pero es curioso que aunque el locutor no tenga autoridad alguna se le adjudicará una por el sólo hecho de que emita una enunciación. Y, por el simple hecho de que tenga un dicho al locutor se le remitirá un poder que tal vez él ni siquiera esperaba. Ahí hay un decir, hay alguien que lo dice, entonces se trata del poder de la enunciación.

La segunda manera de validar una enunciación es que se la transforme en enunciado. Entonces ya no importa el locutor, sino la consistencia del enunciado y se espera que el enunciado sea consistente. Ahora bien este establecimiento de la consistencia tiene que ver con la escritura. Porque en el ejemplo anterior, el de la enunciación, si tengo un poco de talento puedo hacerles pasar muchas cosas, aunque no sean lógicamente coherentes, pero parecería que la consistencia de un enunciado se revela en un juego de escritura.

Esto permite que vean cómo se precisa ese segundo aspecto de la autoridad que evocaba recién, el que está vinculado con la consistencia del enunciado y que implica una escritura, como dije.

Llegamos así a otra constatación que es que el uso de la escritura va a la par del establecimiento de poderes. Les cuento esto en este momento de la presentación de un libro para sensibilizarlos sobre el hecho de que nos equivocamos al ver en la escritura una simple figuración de la palabra. Este es un error que se comete a menudo.

Está la palabra y esta palabra puede escribirse. Estoy evocando un cierto número de consecuencias, de efectos del hecho de que la letra tiene un alcance diferente al de la palabra, un poder esencialmente diferente.

Y así volvemos a la práctica del analista, es una práctica de la palabra, pretende actuar y curar por medio de la palabra y esta evocación del poder de la letra nos remite a lo que esta modesta práctica puede enseñarnos, ¿qué nos enseña?

Nos enseña que el destino de un sujeto está comúnmente regido por esta operación, que se llama represión, que recae sobre deseos cuyo reconocimiento puede parecer inaceptable y que por ello son reprimidos y que continúan manifestándose a pesar suyo y producen síntomas.

Ahora bien ¿qué se reprimió?, el soporte material de ese deseo inaceptado, es decir, un conjunto de letras y tendrán la sorpresa de constatar de qué manera el surgimiento de tales letras viene a dar testimonio de la irreductibilidad de sus deseos y en todo caso darle identidad.

Esto para mostrarles que esta articulación entre la palabra y lo escrito es una articulación viva de cada uno de nosotros. Hay una doble dimensión que nos habita y de la que a menudo no sacamos provecho. También podemos captar este fenómeno de "goce" que nos procura la letra. Goce particular para los aficionados a la lectura y que lo conocen. Algunos hacen de ello vocación cuando no profesión y son amantes de la letra, de esa batería particular capaz de escribir el destino de cada uno. Entonces hay que reconocer esta propiedad que tiene la letra para retenernos.

*Psicoanalista. Fragmento de la presentación del libro "Psicoanálisis por Estudiantes. Un recorrido por las Nuevas Formas de hacer Universidad" (UNR Editora). El libro reúne artículos de cuarenta estudiantes de la Cátedra Psicología Clínica I 'A' de la Facultad de Psicología de la UNR.

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