Jueves, 27 de agosto de 2009 | Hoy
PSICOLOGíA › ACERCA DEL VALOR EPISTEMOLóGICO DEL OBSTáCULO EN LA RAZóN FREUDIANA
Se realiza un curso Virtual sobre los conceptos freudianos en Comunidad Russell. El autor aborda la evolución de la cuestión del obstáculo en la obra de Freud, con distintas conceptualizaciones, pero siempre presente, citado, sin desecharlo.
Por Osvaldo Delgado*
El primer modo en que aparece la cuestión del obstáculo en la obra de Freud, es bajo la especie de una incompatibilidad entre un pensamiento y el yo. Una contradicción, un conflicto. Ahora bien, ¿por qué esa incompatibilidad? Por cobardía moral: no quiere saber. Se trata del método de defensa y de una elección del sujeto. Son métodos de defensa del yo, pero éste mismo se halla infiltrado por el trauma. Nuevo obstáculo en los inicios mismos. El traumatismo es esa incompatibilidad misma.
¿Qué es lo que Freud en esos momentos iniciales va a llamar directamente "obstáculo", más precisamente, "obstáculo externo"? Es a la persona del médico. Punto de detención de la emergencia de los recuerdos, vía la rememoración y los comentarios sobre el analista. Precisamente, el caso inaugural Ana O., da cuenta de ese obstáculo, que posteriormente va a hallar su estatuto conceptual, en la articulación transferencia-resistencia. En este punto, debemos destacar que la transferencia negativa va a dar cuenta de un obstáculo fecundo mayor. Si nos guiamos por esta perspectiva, el psicoanálisis es una teoría del obstáculo. ¿Pero son sólo lo incompatible y la transferencia negativa los nombres del obstáculo? No.
Otro nombre del obstáculo es el carácter. Podríamos decir que el carácter es aquello del síntoma integrado a la personalidad, que se expresa como conducta. Aunque respecto a la cuestión, el desarrollo mayor de Freud va a ser en relación con la neurosis obsesiva; muy tempranamente, cuando no toda la idea incompatible inerva el cuerpo en la histeria, sino que se expresa como "talante personal", va a dar cuenta de la misma cuestión.
La conversión se expresa, quiere decir, se presenta como disfunción; el talante se satisface en sí mismo. Es el equilibrio neurótico mismo como obstáculo.
Perturbar ese equilibrio, sintomatizar el carácter, volver egodistónico lo que es egosintónico, hace emerger necesariamente la transferencia negativa. La desidentificación de los síntomas integrados a la personalidad, los vuelve cuerpos extraños que interrogan al sujeto.
¿Pero este equilibrio a qué responde? ¿Disolviendo los síntomas se concluye la tarea analítica? En los albores, sí. Pero ya en la etapa media de su elaboración va a responder que, de ese modo, resta la capacidad para formar nuevos síntomas. ¿Entonces? Entonces las fantasías y de ellas las tres primordiales las que llenan las lagunas del recuerdo: las filogenéticas- que son tres respuestas que arman un sentido. Pero de las fantasías, también a una, la que queda por fuera del contenido de las neurosis: Pegan a un niño. El monótono equilibrio fantasmático.
A partir de aquí, el obstáculo ya asume los nombres de masoquismo primario, necesidad de castigo, reacción terapéutica negativa.
Hay un entrecruzamiento en la dimensión del obstáculo en la dirección de la cura y las distintas elaboraciones que Freud hace en relación con la pregunta y el lugar del obstáculo, que ha sido un lugar fecundo, un lugar de interrogación principal. No se lo desecha, sino que se lo hace comparecer, se lo cita con todo lo que ello implica; incluso -como dice Freud- aunque ese obstáculo pueda hacer caer el conjunto de la teoría elaborada hasta ese momento. Esa hiancia permanente que hay en el psicoanálisis entre teoría y práctica, imposible de suturar, aparece bajo la fórmula del obstáculo. Y del mismo modo se procede en la dirección de la cura, ya que en el curso de un análisis el obstáculo también es el lugar fecundo y marca las diferentes conceptualizaciones de la dirección de la cura en Freud.
*Psicoanalista. Miembro EOL.
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