Jueves, 7 de octubre de 2010 | Hoy
PSICOLOGíA › A PROPóSITO DEL DOLOR Y ANGUSTIA EN VíCTIMAS DE LA DICTADURA
La dictadura será un tema de actualidad traumática, hasta que los que se han situado más allá de la ley común sean situados frente a ésta mediante un juicio y condena. El hartazgo podría ser una manera de defenderse de la angustia.
Por Federico Vida *
Semanas atrás circularon por algunos medios televisivos frases que enunciaban un hartazgo de escuchar acerca de la dictadura y llamaban a tratar "temas actuales". No otorgué a tales dichos más crédito que el que se le puede dar a un mensaje montado en una escena de comunicación para hacerlo público. Así pues aclaro que mi interés no es analizar esos dichos, los cuales sin embargo disparan mi interés por conjeturar acerca de las causas que pudieran haber llevado a alguien, situado fuera de la escena de la comunicación, a hacerse eco de los mismos o a enunciarlos por su cuenta.
Para un psicoanalista en su consultorio no importan tanto las razones concientes que pudiera expresar públicamente quién dice, sino la causa que en un espacio privado pudiera interpretarse. Pero para un psicoanalista en el espacio público de la escritura, cabe el presente ejercicio de la conjetura como modo de crear condiciones de posibilidad para escuchar luego en el tiempo de la clínica.
Mi pregunta entonces es: ¿qué podría pues hartar del oír hablar de la dictadura al punto de "no querer saber mas nada de eso"?. Para responder había que recordar que la dictadura fue la sublevación de los militares respecto del Estado democrático, y el posterior uso de dicho Estado para el goce personal de quienes lo usurparon. Para llevar a cabo tales acciones los militares sublevados se autorizaron en una causa superior que estaría más allá de toda ley. En función de estas razones superiores renegaron de cualquier ley común que regulara su hacer sobre el prójimo, la cual cobraba por eso el carácter de un goce ilimitado que la vuelve una tortura.
Este carácter ilimitado es el que aún hoy produce dolor a las víctimas directas e indirectas, y angustia a quién pudiera verse en situación de espectador. Por lo esto la dictadura será un tema de actualidad traumática, hasta que los que se han situado más allá de la ley común sean situados mas frente a ésta mediante un juicio y condena. Dicho esto más allá de la actualidad política y económica del tema, que no es objeto de estas conjeturas.
Pero es un tema de actualidad no solo para víctimas directas e indirectas, sino también una cuestión de Estado. Pues al tratarse de la usurpación de un Estado eso nos coloca a todos los que a dicho Estado pertenecemos en una posición angustiante de espectadores, cuando no de víctimas, de aquella práctica ilimitada del dolor.
Y la prueba de esto es que, aún a aquellos que se sitúan ni más allá, ni más acá de la ley, esta situación les produce hartazgo.
¿Pero qué podría ser ese hartazgo? Para quien es puesto en la angustiante situación de espectador de una práctica del dolor, el hartazgo podría ser una manera de defenderse de la angustia, un "no querer saber nada de eso".
Paradójicamente esta defensa contra la angustia podría ser una manera de perpetuar el dolor, como podía ocurrir si la expresión de hartazgo llama al silencio en el justo momento en el cual se denuncia a quién infligió aquel dolor.
No sería casual que estas expresiones defensivas surgieran en este momento del juicio a los militares sublevados, en aquellos que en su calidad de ciudadanos son llamados a tomar posición, a sabiendas de que de hacerlo podrían limitar el dolor o, en caso contrario contribuir a perpetuarlo.
Así pues, destino mis conjeturas a quien, ante las paradojas inconcientes de su defensa, esté llamado a tratar su pasión por la ignorancia, para que otros puedan tratar su dolor tramitando un duelo.
* Psicoanalista. Docente Facultad de Psicología de la UNR.
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