PSICOLOGíA › UN CONCEPTO FUNDAMENTAL DEL PSICOANáLISIS, SEGúN FREUD Y LACAN
Cuando la transferencia conduce al amor, el deseo del analista es eso que viene a obstaculizarla. El analista oficia de separador. Es necesario saber que se trata de un poder pero con la certeza de que no se hará uso de él.
› Por Flory Kruger*
El amor de transferencia es un descubrimiento un poco sorprendente con el que Freud se encuentra en su práctica. Al mismo tiempo que lo conmueve y lo interroga, observa que se trata de algo necesario para el desarrollo de un análisis, tanto, que la define como el motor de la experiencia analítica. Se trata de un nuevo amor, que como tal, conlleva sus riesgos, por lo tanto, merece todos los cuidados, es allí donde se pone en juego la posición del analista. En la historia del psicoanálisis hay ejemplos paradigmáticos que dan cuenta de los efectos posibles de dicho amor, basta recordar el embarazo histérico de la paciente de Breuer, efecto inesperado que lo llevó a dejar de atender a su paciente.
Freud encuentra en la etiología de las neurosis una raíz sexual, descubrimiento que no fue muy aceptado por sus contemporáneos, sin embargo no dudó en seguir adelante orientado por su deseo de saber. Y lo que supo fue que el saber está en el inconsciente del paciente. Se trata de un saber que no se sabe a si mismo. Así definió al inconsciente. Freud no sabía más que lo que su paciente podía enseñarle. Lacan, lector atento de Freud, considera a la transferencia como uno de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, junto al inconsciente, la repetición y la pulsión. En la Proposición del año 67 dice: "Al comienzo está la transferencia... Gracias al analizante", pero agrega que existe el analizante gracias a Freud y a su interpretación. Lacan comienza definiéndola como una experiencia dialéctica que se presenta como un obstáculo en la cura. Más adelante, distingue distintos momentos de la transferencia. Al comienzo, el enamoramiento primario, momento de entusiasmo que no dura mucho, en el período intermedio, un tiempo de frustración, y al final, una fase de satisfacción difícil de interrumpir.
Si bien la transferencia es condición de un análisis, conlleva una paradoja, ya que el final de un análisis le debe poner un término. Se trata de un amor cuyo destino fatal se conoce de antemano. No es como el amor cotidiano que se piensa para toda la vida, aunque se trate de un anhelo que no siempre se cumple. La transferencia del lado del amor le otorga al analista todos los poderes, el deseo del analista es la función que impide el abuso de este poder. En la dirección de la cura, se trata de un imperativo ético: "No responder al amor con amor", ya que esto sería responder a la demanda. Si bien es un amor auténtico, su satisfacción sería contraria al desarrollo de la cura. Lacan sostiene que amar es, esencialmente, querer ser amado. Ser amado no es igual a ser analizado. El amor de transferencia se opone a la revelación, interviene en su función aquí revelada como esencial: la del engaño. Lacan sostiene que el sujeto desea engañar al analista haciéndose amar por él, proponiendo esa falsedad esencial que es el amor.
El efecto de transferencia es ese efecto de engaño que se obtiene en el interior de una cura. Lacan ubica detrás del amor de transferencia, el vínculo del deseo del analista con el deseo del paciente. El deseo del analista mantiene la separación entre el goce y el imperativo de seguir hablando, mantiene la separación, entre el bienestar en el terreno del amor y el deber del bien decir. Entonces, no se responde al amor con amor, tampoco con angustia. De la posición que ocupa el analista en la transferencia, podemos deducir su ética, se trata de ir más allá del narcisismo, en contra del amor de transferencia, se trata de defraudar la demanda de amor, para permitir que la pulsión se despegue de ella.
El analista debe lograr quitarle a la pulsión el maquillaje imaginario del amor. Cuando la transferencia conduce al amor, el deseo del analista es eso que viene a obstaculizarla, para que la pulsión, que es la realidad del inconsciente, se desprenda de ella. El analista oficia de separador. Es necesario saber que se trata de un poder pero con la certeza de que no se hará uso de él.
*Miembro EOL y AMP.
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