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El psicoanálisis con niños no es una especialidad pero presenta ciertas particularidades que hacen que tenga una incidencia en el psicoanálisis con adultos, que nos enseñe. Un niño es considerado como analizante de pleno derecho, formando así parte de una experiencia donde se aprende mucho de la relación que tiene con su inconciente. Es esa cercanía tan particular con lo traumático de la sexualidad. La forma de responder que encuentra, de las que se vale, son las construcciones de ficción. Juego, dibujos, historias, teorías sexuales, se presentan como recursos para bordear ese real. Cada uno inventara su respuesta.

El inconciente en tanto estructura de ficción es un saber, es la invención de cada uno que hoy esta amenazada por enfoques comportamentalistas, por sistemas de evaluación que tratan de anular la creación y la invención como algo propio de un ser en devenir.

La medicación es otra amenaza que trata de anular el síntoma desconociendo el saber del inconciente, el valor de la subjetividad, la posibilidad de que cada uno escriba su propia historia en una "historia transferencial".

Como consecuencia observamos cierto rechazo al inconciente como saber que se manifiesta como desconexión, rechazo al Otro de la interpretación, rechazo de la transferencia. El acto permanente con el que se presentan invalida la palabra, el sentido. La impulsión gana terreno. Son los desabonados del inconciente que nos llevan a revisar este concepto que se pensó en un principio válido solo para la psicosis.

Si sostenemos que el inconciente está amenazado, tenemos la oportunidad desde lo epistémico, desde nuestra clínica, sosteniendo una política propia, la del psicoanálisis, de dar batalla.

*Miembro de EOL y AMP. Responsable curso Erinda (En Agendapsi).