Jueves, 23 de agosto de 2012 | Hoy
PSICOLOGíA › MéTODO Y CAMINO HACIA LA CURA
Por Oliden Rubén López *
Hace más de un siglo, Sigmund Freud creó un campo nuevo de una práctica la práctica psicoanalítica, que es diferente, distinta a otras prácticas que atienden al sufrimiento del pensamiento o del cuerpo en los seres humanos de cualquier edad.
En esta práctica hay un poder que opera. Paradójicamente, se trata de no usar ningún poder sobre la persona que consulta. El practicante que llamamos psicoanalista dirige la cura, y debe neutralizar cualquier uso de los poderes, de la educación, de la reeducación, o de los "directores de conciencia".
¿Cómo opera entonces el analista? El psicoanalista debe abrir las puertas, recibir a alguien para que éste hable sobre qué lo aqueja, así dirá de la teoría que tiene sobre la causa de su sufrimiento. Empujará a que se den razones de sus inhibiciones, de sus angustias, de sus síntomas, de sus adicciones, para ir encontrando los hilos de la causa.
Responde con el acto analítico, dentro de las coordenadas que él mismo ha experimentado en su propio análisis, hace intervenciones, puntuando, quiere decir "levanta acta" de lo que se ha dicho, da crédito al hablar del sujeto.
Interpreta, no cualquier cosa. Por medio de la palabra apuntará a una verdad, a ir a lo real que está en juego en cada caso, atravesando ondas y turbulencias. El analista por estrategia calla, quiere decir que opera con el silencio teniendo en cuenta que "no hay que hablar en vano pero tampoco callar en vano". Así el silencio fundará lo que falta aún por decir, lo que el sufriente debe aún decir para alcanzar lo que nunca pudo aproximarse o sensibilizarse "¿en qué y de qué se satisface?".
El practicante debe orientarse por ese horizonte deshabitado del ser, del que nos enseña Lacan en referencia "al dedo índice de San Juan de Leonardo Da Vinci". Por lo tanto, el analista para regular sus respuestas debe formarse sobre la estructura, debe tener la capacidad de sostener el lugar asignado por esa estructura. La experiencia cuenta, como así también qué le han enseñado, pero no es suficiente ya que opera a la medida del psicoanálisis que él mismo ha hecho.
Apuntamos con esto a las vías que Jacques Lacan nos ha enseñado para decir que el practicante cura con "el deseo del psicoanalista", el que no es de cada quien como persona sino que es un deseo que se ha producido en su propio análisis para estar a la altura de otros deseos que hacen que en la época de los adelantos y los estragos de la técnicaciencia pueda mostrar las evidencias y la autenticidad de una práctica que siempre se pone en cuestión.
Estas reflexiones constituyen un aporte al próximo Coloquio Seminario "La dirección de la cura y los principios de su poder", que se realizará el el 1º de setiembre, con la presencia del psicoanalista Juan Carlos Indart (BA), de la EOL, desde las 9 en Córdoba 1868, de Rosario. www.eolrosario.org.ar
*Miembro de la EOL y de la AMP.
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