Jue 15.11.2012
rosario

PSICOLOGíA › LOS DIFERENTES DISCURSOS SOBRE LA INFANCIA A TRAVéS DE LA HISTORIA

El cruce de distintas miradas

Pensar acerca de la niñez desde el psicoanálisis es necesario para la época. Puede definirse como lo que retorna de la impronta que ha dejado cierto ritmo particular de la lengua de esos seres hablantes que nos han constituido.

› Por Mirtha Benitez*

Pensar acerca de la infancia desde el discurso del psicoanálisis es una cuestión nuevamente necesaria en esta época. Es un significante que concierne a cada analista ejerza su práctica con niños o no. La infancia no posee una lectura única y unívoca. Es abordada desde diferentes discursos. La ciencia en sus diferentes campos de incidencia se encarga de definirla y operar a través de sus exponentes: la medicina y sus avances, la pediatría, la psicopedagogía, la antropología, la psicología, el derecho, las teorías del mercado y sus clasificaciones, el marketing y las consecuencias que ello tiene sobre la vida de las personas y del niño en esta época en particular.

Los historiadores que se han abocado a los avatares que ha sufrido el concepto de infancia en la historia --Filippe Ariès, Lloyd de Mause, Buenaventura Delgado, entre otros-﷓ a pesar de sus diferencias, han coincidido en la tensión ineludible al que estuvo sometido el abordaje del concepto desde tiempos remotos. En el pensamiento de Platón, de Aristóteles, de San Agustín ya estaba presente la contienda entre aquellos partidarios de defender los intereses de la familia y aquellos que privilegiaban los intereses de la sociedad -﷓o su representante, el Estado. De ello derivaba una diferencia en el tratamiento que se proporcionaba al "niño" en cada época.

Las investigaciones históricas sobre la cultura occidental demuestran que el infanticidio, así como también lo que para nosotros es el "maltrato infantil" era relativamente bien tolerado hasta fines del siglo XVII, aún el niño convivía con los otros integrantes de la sociedad. El siglo XVIII inaugura un cambio en la concepción de la infancia que va de la mano de una valorización de las funciones de la educación, de la familia como protectora, de la promoción de la medicina doméstica para la burguesía. Son las necesidades propias del desarrollo capitalista con la industrialización de la mano, las que van a dar explicación de estas profundas modificaciones de la familia moderna que cambiará el concepto de infancia. A partir del siglo XIX, la familia, la escuela o en su defecto los hospicios, quedan a cargo de proteger a los niños de tentaciones y malas influencias que podrían generar posibles "delincuentes potenciales". En el siglo XX, el discurso de la ciencia médica y la ciencia jurídica responden a la problemática emergente. Surgen las primeras sociedades de protección a la infancia y sobreviene la legalización de los "Derechos del niño". La primera mitad del siglo pasado se caracteriza por una creciente preocupación por el bienestar infantil. Las figuras del padre y la madre toman un carácter fundamental en cuanto a la responsabilidad sobre el futuro y la crianza de sus hijos. Los padres deben responder a las demandas de sus hijos en pos de su futuro bienestar.

A partir del compromiso que los analistas tenemos al estar concernidos por la época que nos toca vivir y de las consultas que recibimos, hacemos lectura acerca del concepto de infancia en este siglo, el cual queda enmarcado en un contexto discursivo en el que el predominio de ciertos términos, van marcando el rumbo de la lectura del significante "infancia".

La "infancia" lejos está de ser para el psicoanálisis la referencia a una etapa, puede definirse como lo que retorna de la impronta que nos ha dejado cierta cadencia, ritmo particular de la lengua practicada por esos seres hablantes que nos han constituido y que nos marcan con su modo particular de hablar. Es común la referencia a la infancia como "lo perdido", los recuerdos borrosos o claros pero siempre encubridores de eso perdido. Lo infantil es el testimonio de ese nodal descubrimiento freudiano de la sexualidad infantil, que regresa en esos vagos recuerdos de infancia como hilachas de retoños de algún olor, color, gusto, afecto, que nos ha dejado un modo de satisfacción propio.

En el siglo XXI, el niño resulta un objeto de la pasión por la clasificación, pasión por el estudio de este objeto que es el "niño", el "niño" como condensador de goces, según el discurso del que se trate. En algunas derivas, pasión por la explotación del "niño" sujeto a las leyes del mercado globalizado, obsceno, consumista en exceso, que excluye al sujeto, no encontrando éste, a quién dirigirse. Allí entra en juego "lo que no anda".

*Psicoanalista, miembro de Freudianas, Institución de Psicoanálisis.

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