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En la práctica en la que me inscribo, la del psicoanálisis, se puede afirmar que ella supone a la entrevista, ya sea una, dos o una serie. Es un procedimiento que pone en juego ese valioso instrumento que es la palabra, medio de acción y de expresión en nuestras relaciones con los otros.

Una entrevista en el discurso del psicoanálisis podría considerarse a sí misma como una experiencia sobre el poder de la palabra. Existe una particularidad: la exigencia de decirlo todo, lo que llamamos la regla fundamental, pero ello no equivale simplemente a utilizar los poderes de la palabra, tal como lo evoca A. L. Stevens. Éstos son universales y efectivos y otras prácticas, como la confesión, también la utilizan.

El análisis no es la confesión, puesto que decir todo implica decir más de lo que se sabe: el analizante se sorprende al decir algo más. Así lo que se juega en cada entrevista es una técnica. Es una técnica que no se transmite como si se tratara de un manual de instrucciones de uso. La complejidad de una partida de ajedrez -﷓con la que Freud compara la cura-﷓ no puede abordarse sino estudiando asiduamente la manera de jugar de los maestros en la materia: la técnica analítica no se aprende solamente en los libros; él insiste en que estas reglas le han sido enseñadas a través de la práctica clínica y del trabajo.

Esta práctica de lo particular justifica la importancia de la reflexión sobre la entrevista, de la misma manera que debe alentar al practicante del psicoanálisis a apostar en ampliar el campo de aplicación de su técnica y a adaptar su instrumento a las formas de sufrimientos que le son planteadosa partir de la época que habita. Cuando Lacan dice: "Usted lo dice, yo no se lo hago decir", es la forma de presentar al sujeto su propio dicho, ante "el no sé lo que digo" es donde aparecen las variaciones de su propia posición subjetiva.

*Psicoanalista.