PSICOLOGíA › EL IDEAL DE éPOCA DE GOZAR A CUALQUIER PRECIO
› Por Sabatino Palma*
Y seguimos retornando a Freud ¿Cómo se lo puede dar por superado, cuando aún no lo hemos comprendido seriamente? Cuando sabemos que nos ha legado cosas totalmente novedosas que nadie se había preguntado antes que él, y que no ha dejado de ofrecernos enigmas, para los cuales contamos desde su generosidad con algunas respuestas, como por ejemplo, que no hay ganancia sin pérdida. Es decir que lo que se gana por un lado, siempre se pierde por otro. Esto resulta crucial en su vigente y necesario texto: El malestar en la cultura.
"El propósito de situar el sentimiento de culpa como el problema más importante del desarrollo cultural y mostrar que el precio del progreso cultural debe pagarse con el déficit de dicha provocado por la elevación del sentimiento de culpa" (Comienzo del octavo y último capítulo). Allí Freud insiste en esto y al mismo tiempo nos traza los emblemas de un superyó que sostiene todo lo contrario, en tanto propone "debes ganar, sin perder nada".
El capitalismo ha encontrado una formidable adherencia (los nuevos cultores de una impostada psiquiatría farmacológica, hablan de adherencia al tratamiento, lo que implica una actitud pasiva del paciente, negando cualquier posibilidad crítica y autocrítica) entre la noción de progreso y los mandatos del superyó, con su premisa obscena de obtener en cada circunstancia y momento "la mayor ganancia posible".
Nuestras Escuelas de psicoanálisis llevan el nombre de Freud, ya que nos comprometemos en la política del síntoma, eficaz revelador del malestar de la cultura en el cual seguimos viviendo. En nombre de una práctica que se ocupa de aquello que no anda, que no funciona, eso que hace obstáculo a la vida del hombre y a la afirmación de su autonomía, es decir a eso que falla en cada vida con el consiguiente dolor de existir. ¿No será función de los psicoanalistas, advertir hoy sobre el modo en que las exigencias superyoicas, aggiornadas y ya no tan provistas de mandatos morales-religiosos, impelen al sujeto en la vía del progreso y esto se consuma con la idea de acumulación, acumulación sin pérdida tanto de bienes, como de capital e incluso de saber?
En virtud de la necesidad que tenemos los psicoanalistas de estar a la altura de la subjetividad de nuestra época y a lo pertinente que resulta el llevar nuestras preguntas y lo que aprendemos en nuestros consultorios al seno de la comunidad, ofrezco estas notas a la lectura.
Para concluir, ante la promesa, que no es más que demanda, de felicidad a ultranza y ante el mandato capitalista de gozar a cualquier precio, considero rigurosamente lógico retomar el "malestar", como concepto que nos permita sostener la deuda simbólica con nuestros maestros.
*Psicoanalista. Presidente EPSFROS.
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