PSICOLOGíA › MIRADA LACANIANA SOBRE SUPUESTA CAIDA DE IDEALES
La psicoanalista Alicia Alvarez reflexiona sobre el malestar
actual y su relación con la subjetividad. Las variables de
la religión y lo científico. Las "nuevas" enfermedades.
› Por Alicia Alvarez*
Lacan dice que hoy la ley está puesta en cuestión como síntoma. Hay cosas muy graves que ocurren "porque no se cumple la ley". O leyes que están hechas para que no se cumplan. Si la cultura misma genera pero también afecta a la subjetividad de determinado modo, que es el modo neurótico, del malestar y del síntoma, es importante preguntarse si estos nuevos modos culturales la afectan de otra manera. Porque lo que ocurre es que nos encontramos con fenómenos, que a veces podríamos poner del lado de la patología, pero a veces también del lado de los comportamientos sociales -porque no son solamente padecimientos individuales sino cuestiones que aparecen ya en un nivel colectivo- en los cuales parece que algo ha cambiado, que la gente se enferma distinto, o reacciona distinto.
La lista de cuestiones es conocida: pensemos por ejemplo en el incremento de la violencia, de las adicciones, de fenómenos como la anorexia y la bulimia, que no es que nunca hayan existido, pero que adquieren un impacto social diferente, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo, el aumento de las situaciones de crisis, etc. y nos interroga acerca de sus consecuencias, que afectan a distintos niveles.
A muchos de estos fenómenos se los asocia a la llamada "caída de los ideales" característica de la postmodernidad, lo que nos llevará a repensar la función del ideal.
El tema de los ideales podría ser objeto de reconsideración. Porque mencionamos, si bien rápidamente, todos los "males" de los ideales, en el sentido de todo aquello que el ideal restringe, al mismo tiempo sabemos que el ideal también cumple una función: una función de cohesión, una función de evitar que nos devoremos los unos a los otros.
La religión ejerce su función paterna, necesaria para el mantenimiento de la cohesión. Actualmente la religión ha sufrido cambios; se ha fragmentado, y si bien conserva un lugar, han aparecido sectas, y además hay algo, en el discurso social, que tiene mucha más fuerza hoy, comparativamente, y que pasa a tomar relevo del lugar de la religión, y que es la ciencia; la ciencia y toda la técnica que puede desarrollar.
Paul Feyerabend dice que "...la ciencia es nuestra nueva religión". El autor se refiere, justamente, a la ciencia oficial, que por supuesto funciona como un ideal, en el sentido de que todo lo que no entra en ese paradigma, no tiene validez, es descalificado.
Pero por otro lado, si la ciencia ha tomado relevo de la religión, se podría pensar que la ciencia también tiene una función paterna. Pero tiene una función paterna que desconoce. No es como la religión, que la conoce. La ciencia la desconoce y, además, produce algo completamente distinto.
La religión exige un acto de cada uno de nosotros: un acto de fe, de arrepentimiento; por eso está ahí contemplada la dimensión de la culpa. La ciencia no exige de nosotros ningún acto; la ciencia opera sobre nosotros.
Esto es visible por ejemplo en el campo de los conocimientos médicos. La medicina opera sobre nosotros; nos dice "la verdad" de lo que nos pasa, en el sentido de -por ejemplo- "todo está en los neurotransmisores, en las endorfinas", etc., y nos proporciona la respuesta, que puede ser un medicamento, por ejemplo. Si no la tiene, ya la va a tener; es de su campo de acción tenerla. Por ejemplo, en el SIDA: la ciencia no tiene totalmente una respuesta, pero es de su campo de acción tenerla. O sea que, a nosotros, no nos pide nada ni nos echa la culpa de nada, lo cual puede parecer muy aliviador, pero -a mi modo de ver- esto contribuye a destituir la responsabilidad del sujeto, donde ante cualquier padecimiento no hay ninguna pregunta, porque ya hay, anticipadamente, una respuesta por parte de la ciencia, de la medicina.
El cuerpo queda absolutamente ofrecido a la práctica médica, sin ninguna pregunta acerca de por qué a alguien le pasa lo que le pasa.
El progreso científico trae estas dificultades pero también trae beneficios que hacen a nuestro confort. Freud dice que gracias al progreso ahora tiene teléfono; el teléfono le permite hablar con su hijo que está lejos. Pero agrega, que si no hubiera existido el tren, su hijo no se hubiera ido lejos.
Pero -podríamos decir- el problema no es la ciencia, sino la ideología de la ciencia, cuando se propone como lo único, como "la única verdad". Cuando, en realidad, no es la verdad lo que a la ciencia le interesa; le interesa un saber que pueda operar. El de la verdad no es un problema de quienes hacen el trabajo científico.
*Psicoanalista. Doctora en Psicología. Docente Facultad Psicología UNR. Ideas que desarrolla en su libro "La teoría de los discursos en Jacques Lacan. La formalización del lazo social" editado por Letra Viva.
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