Lunes, 22 de octubre de 2007 | Hoy
OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Aunque ya se conoce la mayor parte, el intendente anuncia esta semana el gabinete que lo acompañará los próximos cuatro años. Para esta segunda etapa Lifschitz movió a puestos estratégicos a hombres y mujeres de su máxima confianza. Busca profundizar una gestión que le ha permitido la enorme cosecha de votos del pasado 2 de setiembre. Cultura, la incógnita
Por Leo Ricciardino
El intendente Miguel Lifschitz ya tiene nuevo gabinete. Como lo hizo Binner a su turno para la provincia, el jefe comunal se rodeó de funcionarios cercanos, basó sus decisiones en la confianza y en la intuición política para intentar en los próximos cuatro años seguir por la senda del primer mandato. Esto es, sostener y -en lo posible- incrementar el sello de una gestión que ha logrado trasponer fronteras y revertir esa imagen de tensión social permanente que Rosario se había granjeado años atrás con los picos de 1989 y 2001.
A Lifschitz le ha tocado una realidad mucho más placentera que a sus antecesores incluido el gobernador electo. Pero también tuvo su mérito al poder potenciar esos lineamientos y aprovechar el envión que posibilitaron los excedentes presupuestarios nacionales y provinciales. Así como las comunas y municipios pequeños tienen dificultades presupuestarias para sostenerse y lo hacen con los aportes de la provincia y de la Nación; Rosario y su intendente han sabido también cómo aprovechar las oportunidades.
Pero para eso, que parece fácil, hay que tener dos cosas fundamentales: estructura y capacidad de gestión. Y eso es lo que Lifschitz ha representado más cabalmente en la continuidad administrativa del gobierno socialista. Le ha tocado a él, es cierto, ser el depositario de prolongados años de acumulación cualitativa y cuantitativa en infraestructura y calidad institucional y prestacional. Pero supo y pudo darle volumen político a estos proyectos.
Para ser más claros. Binner fue el que impulsó la división política de la ciudad en seis distritos, y ahora le tocó a Lifschitz profundizar esa idea de zonificar para integrar, de dividir para solidificar indentidades y participación comunitaria. A través del presupuesto participativo, del Concejo en los barrios, de los centros Crecer y de tantas otras instancias que prueban la presencia del Estado municipal en los distintos rincones de la ciudad.
Binner no pudo poner en marcha un nuevo sistema de transporte urbano de pasajeros y tuvo que atravesar ese negro período en el que veía -a partir de 1998- cómo se desmoronaban sueños de recorridos troncales y colectivos articulados de 140 pasajeros con unidades con aire acondicionado. Lifschitz es el que logra ahora el equilibrio posible en uno de los servicios fundamentales de la ciudad con unidades más modestas pero 0 kilómetro al fin, con el nacimiento de la empresa estatal Semtur y la Mixta, con el aporte de capitales privados.
Fue también Lifschitz el encargado de inaugurar el nuevo Heca, el hospital de emergencias modelo en avenida Pellegrini y Vera Mujica que, en tiempos de Binner, también estuvo a punto de sucumbir a los vaivenes presupuestarios del momento. Todo parece haber sido cuesta arriba para el actual intendente reelecto, pero a las buenas olas hay que saber surfearlas y parece que Miguel es un maestro con la tabla bajo sus pies.
En el nuevo esquema, dos secretarios son los pilares claves de la segunda gestión municipal que comienza el 10 de diciembre, no tanto por sus puestos -aunque son importantes- pero sí por la cercanía y confianza con el intendente. Horacio Ghirardi que quedará al frente de la secretaría de Gobierno y Clara García que ocupará la titularidad del área de Producción. Tan importantes son para Lifschitz estos dos nombres que de ahí y no mucho más, surgirá el futuro candidato a intendente del socialismo. Y esto para nada es una exageración.
Ghirardi -como el golden boy de Lifschitz- tendrá oportunidad de demostrar su dotes de armador político y hombre encargado de construir los consensos alrededor de temas clave como la discusión salarial con los municipales, entre otros serios asuntos. Por su parte, Clara García deja atrás Servicios Públicos un área donde la agenda se repite hasta el cansancio con los taxis que no aparecen y los colectivos que no acortan su frecuencia. Como contadora que es, en Producción tendrá oportunidad también de adquirir otro desarrollo al frente de un área en la que la ciudad tiene que dejar de mirarla pasar para ponerse a liderar procesos productivos. Es difícil, por ejemplo, explicar a esta altura que Rosario es una de las pocas ciudades importantes de la provincia que no tiene un parque industrial en serio.
Luis De Menzi en Salud tendrá que encausar los conflictos con los médicos antoconvocados y los enfermeros. Y los hermanos asegurado (Gustavo en Hacienda y Fernando en Promoción Social) son otros dos miembros del círculo cercano al intendente que le garantizan trabajo a full en esas dos áreas estratégicas. La gran incognita sigue siendo Cultura. Ahí será difícil llenar el enorme espacio que deja Chiqui González, quizás la pieza más importante que Binner le arrebató a Lifschitz para completar el esquema provincial.
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