Lun 29.10.2007
rosario

OPINIóN

Comparar es humano

› Por Leo Ricciardino

Después del 1º de Julio y el 2 de setiembre, si alguna duda quedaba en torno al futuro del peronismo en Rosario; llegó el 28 de octubre donde ni siquiera la mujer más votada del país pudo traccionar votos en un territorio absolutamente hostil al PJ desde hace décadas. Si bien cada elección tiene un análisis particular -porque el votante selecciona de manera particular en cada ocasión-, es imposible no entrelanzar cada una de estas instancias en la ciudad.

Es más, anoche ni los propios dirigentes del peronismo rosarino resistieron la tentación de comparar estos tres comicios de acuerdo a los números que le daban las proyecciones en cada seccional. Así, con el correr de las horas los dirigentes establecían cómo le había ido al Frente para la Victoria en cada uno de esos distritos locales a sabiendas que era una comparación forzada.

Pero si ésta lo es, también lo es aquella comparación que intenta pegar los votos de Carrió-Giustiniani a los que sacaron en la ciudad Hermes Binner y Miguel Lifschitz el pasado 2 de setiembre. Rosario no votó ayer de acuerdo a lo que había votado en setiembre. La ciudad sabía lo que estaba eligiendo y -en la tendencia de los grandes centros urbanos- decidió encender una luz de alarma sobre los flancos más débiles de la gestión Kirchner: La calidad institucional.

Cuando la reconstrucción del país demandó fortalecer la figura presidencial para recomponer la autoridad y los arrasados parámetros económicos, poco importó el rol del parlamento, la relación presidencial con la información pública y los escándalos cercanos al poder. Pero una vez alcanzado ese equilibrio y haber constituido el gobierno su fortaleza en núcleos duros como el empleo y el crecimiento del superávit; los votantes de las capas medias y medias altas pasaron a reclamar una profundización de esa calidad institucional.

En el conjunto provincial, el gobernador Jorge Obeid demostró que era el indicado para encabezar la lista de diputados nacionales. No desentonó con los porcentajes de Cristina en la provincia y con eso le alcanzaba como para cumplir con aquel pedido del presidente Néstor Kirchner, cuando le solicitó que ocupara ese lugar. Este dato, y aquel 47% de imagen positiva con el que deja su segundo mandato en la provincia, le alcanzan como contrarrestar a aquellas voces que desde dentro del PJ santafesino se apuraron por colgarle el San Benito de la derrota del 2 de setiembre, después de un cuarto de siglo de gobiernos peronistas.

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