OPINIóN › PANORAMA POLíTICO
› Por Pablo Feldman
El peronismo confirmó que votará el Presupuesto provincial 2009. El anuncio los formalizó el senador Ricardo Spinozzi, lo cual supone una certeza mayor que si lo hubiera hecho algún otro legislador. No sólo porque se trata del jefe de la bancada de senadores -donde el PJ fondeó la reforma impositiva- sino porque es además el presidente del partido. Lo que puede aparecer como un "premio consuelo" luego del traspié de la reforma tributaria, tal vez sea algo más e inaugure una etapa de diálogo entre gobierno y oposición que no deriva de un súbito espíritu constructivo del PJ sino de haber tomado nota de que su accionar -bloqueando la reforma- lejos de beneficiar su vínculo con la sociedad lo ha resentido aún más. En ese sentido el gobierno ha tenido suerte, tal vez más de la que merece, sobre todo si después de lo sucedido no ha recapacitado y replanteado internamente su accionar futuro. Pero algunas señales se pueden advertir: Sin ser "del palo" de Binner, Eduardo Di Pollina ha comenzado a desempeñar un papel que hasta el momento intentaron cubrir -sin éxito- algunos colegas de bancada. El Presidente de la Cámara de Diputados será en adelante el principal interlocutor del socialismo que se siente a la "mesa de diálogo" cuya conformación reclama el PJ y que será convocada por el oficialismo. Si bien las pretensiones del PJ son que Binner participe, Spinozzi sabe que es una pretensión descomedida, y que el diálogo se va a dar entre pares, es decir entre legisladores. De todos modos, una declaración de Binner avalando todo lo que allí se converse y eventualmente se acuerde, será lo mínimo que los peronistas van a reclamar con todo derecho.
Este cambio de escenario se produce después de la demostración de fuerza del PJ y justamente antes del tratamiento de un presupuesto que contemplaba ingresos que no serán tales -por el rechazo de la reimplantación de Ingresos Brutos a un sector privilegiado- pero que a decir de los hombres del gobierno no es un monto de gran relevancia. Todo parece indicar que el fin del primer año de gestión socialista se va a desarrollar sin mayores sobresaltos, pero también sin concresiones de alto impacto. Y si esto efectivamente es así, la lógica indica que el 2009 -que es un año electoral- las cosas van a ser más difíciles. Esta lectura la hacen también los peronistas que ahora se muestran condescendientes y que no quieren aparecer ante la opinión publica como una "maquina de impedir" y mucho menos "pegados" a la imagen que dio Juan Carlos Mercier, artífice del rechazo del proyecto tributario y exponente del genoma burocrático santafesino.
Las encuestas -que nunca dejaron de hacerse- muestran que la imagen del gobernador sigue prácticamente intacta y que no hay ni un solo dirigente del PJ que alcance la mitad de su nivel de aceptación. Esto incluye a Carlos Reutemann, Agustín Rossi, Omar Perotti -la nueva esperanza blanca- y otros dirigentes de menor envergadura. Este no es un dato menor para comprender algunas cosas que pasaron y sobre todo las que pasaran de aquí a los comicios legislativos. La proyección nacional de Binner -que se potenciará con el correr de los días- va a provocar agrupamientos políticos que tendrán repercusión en la provincia, sin ir más lejos en la UCR hay ya conversaciones acerca de su posicionamiento en relación al socialismo, puesto que si bien antes del 2011 está el 2009, la mirada nacional está puesta más allá de las legislativas. Y ese elemento, en una estrategia nacional, obliga a pensar el 2009 con mayor "generosidad" y esto se lo han hecho saber a los dirigentes provinciales las principales figuras de la UCR que no apuestan a la efímera figura de Cleto Cobos, sino a algo más consistente.
Lo que antes de la crisis del campo parecía una remota circunstancia, por la propia torpeza del gobierno nacional se han precipitado los acontecimientos. Lo que a priori podría haber sido una elección cómoda para el kirchnerismo será una prueba de fuerza y un anticipo de la sucesión presidencial. Ni la crisis financiera internacional parece que pueda neutralizar los efectos del paro del campo y sus querellas con la administración central. Más aún, la caída de los precios de la soja, sumados a los estragos de la sequía dejarán una huella indeleble al menos por un buen tiempo que seguramente comprenderá el próximo turno electoral. Este panorama, que en principio parece favorable al gobierno de Hermes Binner deberá consolidarse con la gestión, que como se dijo más arriba no ha cubierto -al menos a esta hora- las expectativas creadas.
De todos modos, y con el atenuante del necesario "período de adaptación" después de casi un cuarto de siglo de administraciones peronistas, el Ejecutivo deberá recuperar la iniciativa política que frente a la opinión pública parece haberle cedido al Parlamento. Sin perjuicio de la mesa de diálogo que se va a conformar entre los legisladores oficialistas y de la oposición, los santafesinos esperan del gobernador el anuncio y concreción de políticas de Estado que han comenzado a sentirse en algunas áreas -especialmente en Salud y Educación- y que siguen demoradas en otras en las que el presupuesto les sonríe pero no los resultados. Está claro que todavía no va un año y que faltan tres, pero la primera impresión es difícil de modificar.
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