Lun 20.10.2008
rosario

OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD

El que pierde la calma pierde la pelea.

Tras los fuertes cruces de la semana -el intendente les dijo a los municipales que "viven en un frasco"- habrá que volver a desandar el camino de una negociación que parece empantanada.

› Por Leo Ricciardino

En los últimos años, se podría decir de la década del '50 para acá, ninguna patronal ha ganado una puja salarial de prepo. ¿Por qué cree entonces el intendente Miguel Lifschitz que sí lo conseguirá si le dice a los trabajadores municipales que 'viven en un frasco' o cosas por el estilo? ¿En qué entendimiento basa estos dichos que necesariamente tendrá que desandar en la mesa de negociación que hoy se reanuda?. Sin duda, tendrá sus razones. Pero como para perder la calma ya está el presidente de Rosario Central, no es bueno que se produzca un efecto mimético en distintos ámbitos de la sociedad. Es decir, que de pronto creamos que así se resuelven las cosas o que el otro entenderá mejor si se lo insulta.

Los trabajadores municipales de Rosario pueden ser juzgados de distintas maneras respecto a su número, su eficiencia, y hasta su salario. Es más, su dirección gremial es y debe ser sometida a análisis respecto de su accionar cotidiano, como toda dirigencia. Se puede entender que es un sindicato más o menos peronista -como también lo hizo notar el intendente Lifschitz- y se puede abrir un juicio de valor sobre esto.

Pero lo que no se puede es desconocer que los trabajadores municipales son, en su esencia, eso mismo: trabajadores. ¿Cómo puede entonces un intendente socialista que adscribe a un movimiento internacionalista cuyo motor histórico son los trabajadores, calzarse ropajes patronales que no le son propios ni le quedan bien? La Municipalidad no es una fábrica y está bien que el intendente cuide y administre el dinero de la hacienda pública. Pero no al costo de desconocer los derechos laborales de cualquier persona que tanto costó conseguir en este país.

Se puede concluir en consecuencia que, desde el punto de vista del intendente, éste no es el mejor momento del municipio para otorgar un aumento. Pero es inútil contraponer este argumento cuando se sabe que del otro lado lo que se pide no es un monto alocado que surgió de la nada: Es un 10% que se suma otro 30% que ya dio el municipio. Pero cálculos más o menos, todos los trabajadores han perdido poder adquisitivo en sus salarios y es lógico que salgan a recuperarlo.

Y en este camino de recuperación salarial es hora de ir comprendiendo algunas cosas. Una es que el sector público en general tiene ventaja en su estabilidad laboral, algo de lo que los privados carecen. A partir de allí, la vehemencia del reclamo es lógicamente mayor. Y, otra cosa es que no todos los gremios son iguales en su alcance y potencialidad. ¿O acaso es lo mismo un paro de UTA que uno de Amsafé?.

Lo cierto es que en un conflicto prolongado no está claro que sean los municipales de toda la provincia ﷓los de Rosario no son los únicos en conflicto﷓ los que salgan perdiendo en la consideración pública.

Siempre se puede juzgar la oportunidad de un reclamo salarial, pero lo que no se puede es despreciar los derechos que respaldan esos reclamos. Mucho menos desde el sector público.

Lifschitz les dijo que "viven en un frasco" en referencia a la crisis global y al momento del reclamo. Pero precisamente, porque están afuera del frasco, viendo esa crisis, viendo lo que se viene; es que los municipales como muchos otros gremios, advierten que éste es el momento de ir a conseguir lo que se pueda. Mañana podría ser muy tarde.

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