OPINIóN
› Por Vildor Garavelli
Domingo 15 de marzo de 2009. Me siento a leer el reportaje que Rosario/ 12 le realiza a la jueza Laura Cosidoy. Me quedo pasmado. Dice la camarista: "Yo no podría juzgar la conducta de Galtieri", por que él "me salvó la vida". El periodista, me imagino que tan atónito como yo, la interroga sobre a quién le había efectuado el pedido para salvarle la vida a Rafael Bielsa, a lo cual contesta: "Galtieri. Le guste o no les guste". "¿Usted tenía diálogos con el General?", la interroga José Maggi, a lo cual responde: "Sí. Se han inventado muchísimas historias en relación a Galtieri y a mí, pero también se inventaron con jefes de policía y con ministros. Realmente no me importa, porque sé el respeto que yo tuve y la conducta mía". En el extenso reportaje agrega que le gustaría ser recordada como alguien que ingresó a la justicia en 1976, que "juró por los Estatutos (del Proceso de Reoganización)" y que fue ratificada en 1985, jurando entonces (nueve años después) "por la Constitución Nacional".
¿Es fuerte, no? ¿Qué pensarán mis colegas abogados que la proponían para cubrir el puesto de procurador de la provincia de Santa Fe en lugar de Boff?. ¿Esa era la carta de triunfo del bielsismo por si ganaba las elecciones?
Resulta obvio que las declaraciones de Cosidoy son hechas porque no hay castigo social ni jurídico a las mismas. Dice la magistrada, que fue designada en la Justicia Federal en 1976 y que juró por los estatutos de la dictadura; que fue amiga de Galtieri (con quien se sentaba en los sillones del comando de Córdoba y Moreno); que salvó gente porque era su amiga; que no podría juzgarlo. Pero, luego de todo eso, agrega, "me confirmaron en mi cargo, y juré entonces por la Constitución Nacional". Con ello, pretende decirnos que ha sido perdonada. A ver si nos queda claro. Galtieri es un genocida condenado en el histórico juicio a las Juntas Militares y por lo actuado en la guerra de Malvinas. Si la jueza en cuestión, a quien se le llenan los ojos de lágrimas cuando habla de él, no podía creer que fuese un asesino y, aún hoy, no podría juzgarlo, debe renunciar, irse, dedicarse a otra cosa. Treinta y tres años en la justicia han sido ya suficiente.
Hay muchos que se han ofendido cuando se ha acusado al Poder Judicial de la Nación de contener en su seno a jueces que, por afinidad ideológica con la dictadura frenan las causas. El reportaje a la Jueza Cosidoy no hace más que ratificar esta situación. Ante tanta honestidad brutal, ¿por qué hace estas declaraciones ahora?, ¿será sólo porque se adelanta a las recusaciones qué se le van a interponer?
Abogado
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