OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
La discusión de las finanzas públicas se largó en medio de la campaña electoral, y refleja una manera de entender la administración del Estado, donde unos prefieren el superávit por encima del desempleo o de la solidaridad.
› Por Leo Ricciardino
Sabido es que en política dos más dos puede dar cinco. Incluso cuando se habla de economía o fondos del Estado. Bueno, algo de eso pasó esta semana a nivel provincial en un debate que -por supuesto- deriva de la campaña política. La primera piedra la arrojó el propio ministro de Economía de Santa Fe Angel Sciara, al anunciar que se reprogramarían obras y pagos a proveedores. La oposición olió la sangre y salió a buscar su presa: "En poco más de un año pusieron a la provincia en cesación de pagos", acusó el diputado obeidista Mario Lacava que además se quejó de que el gobierno anterior (el de su máximo referente Jorge Obeid) había dejado en caja "un plazo fijo de 1.600 millones de pesos".
Sciara salió rápidamente y sin demasiados problemas a cruzar la versión. "No estamos en cesación de pagos, eso es un disparate", dijo y aseguró que "los 1.600 millones están donde estaban ya que sólo 400 se pueden tocar". Con más elementos y experiencia en la materia, el ex ministro de Hacienda provincial y actual senador reutemista Juan Carlos Mercier salió a renovar las acusaciones contra el manejo de la administración Binner.
"Esta administración socialista es la misma que la de Rosario que tiene una deuda que no puede pagar y que hoy se la paga la provincia. Es la misma que recibió el gobierno con casi 2 mil millones de reservas y hoy tiene un rojo de 3,5 millones de pesos diarios", acusó Mercier.
Rápidamente, el diputado Antonio Riestra salió a poner las cosas en su lugar: "En dictadura o democracia, Mercier siempre defiende a los grupos financieros concentrados", dijo el legislador del SI que además aseguró que el reutemismo y el obeidismo están llevando adelante "una campaña para generar un clima de crisis que favorezca las posibilidades electorales de Reutemann", aseguró.
Como sea, la situación financiera de la provincia no puede ser tan gravosa a un año y medio de la asunción del nuevo gobierno, pero también hay que dar la discusión del déficit. Y Sciara intentó darla desde el único lugar real que hay para discutir la economía: desde la política. Y desde ese terreno, qué dice la ideología que hay que hacer en tiempos de crisis, que dice el amigo Keynes tan citado en los últimos años. El ministro de Economía de Santa Fe intentó explicar que "en tiempos de crisis y recesión, a nosotros nos preocupa mucho más contener el desempleo y las demandas sociales que tener superávit. Impulsar que no se detenga la actividad económica desde el Estado provincial, puede conllevar un cierto déficit. Pero si éste es una deuda flotante y controlable, entendemos que hay que hacerlo".
Esta es una definición más ideológica y política que económica. Imposible sería que Mercier pensara o hiciese lo mismo desde la administración. Comenzó su carrera en plena dictadura en el Estado santafesino y la consolidó en los ´90 con Reutemann como gobernador y Menem como presidente. ¿Qué cosa más importante que no tener déficit había en esos momentos, mientras crecía sin parar el número de desocupados y la actividad económica se caía todos los días? Ahí se ve claramente la discusión de los modelos, la que plantea Néstor Kirchner a nivel nacional y la que acaba de plantear Binner en la provincia de cara a los comicios del 28 de junio. Aunque Binner, por conveniencia política, suma a Agustín Rossi con Carlos Reutemann, cuando claramente representan proyectos diferentes. Rossi en los 90 terminó afuera del peronismo hegemonizado por el menemismo, a medida que Reutemann se consolidaba como un gobernador clave dentro de aquel esquema.
Con todo, la situación de Rosario es diferente. La administración local ha llegado a una situación realmente comprometida desde el punto de vista financiero. El déficit que arrastra viene de varios años y la reprogramación de pagos ya ha comenzado a ser preocupante. Es un situación que hay que atender y en ese sentido hay que dar el debate acerca de las particularidades de esta ciudad que no tiene parangón en la provincia. Con un esquema de salud que recién ahora recibirá un desahogo por parte de la provincia, con líneas de transporte a su cargo y con una inversión social en creciente demanda. No se trata entonces de una cuestión de administración, sino de desequilibrios entre el crecimiento de las necesidades y el presupuesto que fue creciendo de manera mucho más lenta generando las actuales cuentas rojas del municipio. Sin embargo, los números se han puesto sobre la mesa y eso es saludable. El secretario de Hacienda Gustavo Asegurado señaló que la deuda con los proveedores están en 160 millones de pesos, una cifra considerable, pero que no representa el quebranto de la administración local. El manejo de los fondos refleja también una manera de entender la gestión pública. Entre la responsabilidad que crea un déficit y el saldo favorable sólo en la caja, pero con enormes deudas sociales. Ese es el límite en los manejos de una administración.
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