Lunes, 28 de noviembre de 2005 | Hoy
› Por Leo Ricciardino
Antiguas construcciones de estilo arquitectónico singular que caen demolidas, barrios que pierden su fisonomía para siempre, torres de departamentos levantadas en función de la renta y no del interés social. La presión de las empresas demoledoras-constructoras es fuerte sobre la Municipalidad para que habilite la construcción de grandes edificios en barrio Pichincha. Pero el Estado debe mantener su potestad de regulador.
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