Lunes, 8 de marzo de 2010 | Hoy
OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Aún para cosas diferentes y en situaciones y volúmenes diferentes; Cristina, Binner y Lifschitz son hoy tres necesitados. Necesitan recursos para llevar adelante proyectos, para equilibrar financieramente sus gestiones, para seguir funcionando. Las oposiciones hacen equilibrio entre lo que otorgan y lo que quitan para acotarlos en sus proyecciones políticas. Pero también, muchas veces, para defender al contribuyente.
Por Leo Ricciardino
El discurso de apertura de sesiones ordinarias del Concejo Municipal de Rosario que dio el intendente Miguel Lifschitz, estuvo signado por el fuerte enfrentamiento político a nivel nacional entre el oficialismo y la oposición. Por eso el llamamiento al diálogo, a la concertación y sobre todo a evitar caer en la tentación de tratar de obtener réditos en el medio de las peleas de fango. Todos los concejales destacaron esta parte. Igual que los gestos de reconocimiento que tuvo para la ex vicegobernadora María Eugenia Bielsa y el ex intendente Héctor Cavallero; a quien Lifschitz distinguió llamándolos por sus antiguos cargos. Nadie duda de la convicción dialoguista del intendente que trató de mantener incluso cuando tenía la mayoría automática en el Concejo Municipal. Pero es claro que también estaba pidiendo la colaboración de la oposición para encarar los últimos años de su mandato que transcurrirán -lo sabe en medio de una situación financiera difícil.
En rigor, tanto a nivel nacional como provincial y local; el 2010 será clave para las administraciones y los partidos que la detentan y tengan aspiraciones electorales hacia el futuro. El 2011 es ahora un año inimaginable con un extendido cronograma de por lo menos cuatro elecciones en la provincia de Santa Fe, contando la presidencial y la de gobernador. Por eso, el tiempo que pasó tan rápido para Hermes Binner en la provincia, demorando la implementación de muchos proyectos que están aún en carpeta, aunque concretando algunas reformas estructurales históricas; se llevó puesta también la esperanza de Lifschitz de acentuar la sinergia entre los dos niveles de gobierno en manos del mismo partido por primera vez desde la restauración de la democracia. Y la profundización de ese entendimiento de gestión y ensamble de políticas públicas iba a traer también aparejado un alivio económico y financiero importante para las arcas rosarinas. Eso no pasó -no al menos en la escala esperada y hoy el erario local está colapsado, sin amenazar directamente el funcionamiento de la administración, pero sí seriamente comprometido. Sea quien sea el futuro intendente de la ciudad, éste será un tema que lo perseguirá desde los primeros tiempos.
Es en ese marco que el intendente lanzó la propuesta que al día siguiente ganó los titulares de los diarios, dejando para los últimos párrafos el llamamiento al diálogo y la concertación que había hecho Lifschitz: Volvió con la idea de cláusula gatillo de aumento automático que había propuesto para el boleto del transporte, pero ahora aplicada a la Tasa General de Inmuebles. El tema puso los pelos de punta a la oposición que enseguida salió a rechazar la propuesta. "Es algo absolutamente inviable porque la gente no tiene aumentos automáticos de sueldo y los aumentos de TGI impactan directamente en los bolsillos de la gente", razonó la concejala Bielsa.
Tanto a nivel nacional, provincial, como local, las oposiciones tienen sus límites para el juego político que marca la realidad económica. En materia impositiva saben que cuentan con la antipatía del pueblo a los incrementos tributarios sean del orden que sean, pero también hacen equilibrio con la necesidad de dotar a las gestiones de los recursos básicos para su funcionamiento. En el medio de este tironeo, en la provincia por ejemplo, ya empezaron a escucharse las voces del ajuste, casi lo mismo que propone el PRO en el Congreso de la Nación. Así lo entiende el reutemista Ricardo Spinozzi que como presidente del PJ provincial salió a hablar del fin de semana de "ahorro" y de "contener el gasto". Es de esperar que a nadie se le ocurra descontar un porcentaje a los trabajadores como se hizo durante muchos años en Santa Fe y como lo intentó el malogrado gobierno de la Alianza con De la Rúa a la cabeza.
El Estado que hace y es protagonista gasta, no de manera ilimitada e irresponsable, sino equilibrando las contribuciones a través de sistemas tributarios cada vez más justos y progresivos.
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