OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Este fin de semana desde el kirchnerismo y el reutemismo criticaron duro al gobierno provincial de Hermes Binner. Reuniones, plenarios y actos convocados con otros fines que terminaron como actividades de campaña para el año que viene. El propio gobernador se prepara para el debate y asegura que habrá una discusión profunda de modelo de provincia en la próxima contienda. Lifschitz, más contento que la semana pasada.
› Por Leo Ricciardino
El gobernador Hermes Binner sabe que tiene apenas este año para profundizar su gestión. El 2011 será tarde, es un año electoral, con un extenso cronograma de comicios y con la atención puesta en las elecciones presidenciales que marcarán o no el fin del kirchnerismo, nadie aún está en condiciones de aseverar eso por más entusiasmo que le ponga la oposición y una porción importante del periodismo nacional. El peronismo ha encontrado espacios de todos los tamaños para presentar una silueta esmerilada del gobierno provincial que más expectativas había despertado en los últimos años. En rigor, el planteo socialista para la provincia estuvo pensado de manera prolija en cuanto a lo estratégico, como si tuviera por lo menos una década por delante para desarrollar las ideas. Pero esta visión largoplacista se perdió en los cálidos laberintos de la coyuntura, donde la oposición pudo moverse como pez y -a diferencia de lo que pasa a nivel nacional- logró hacer su trabajo sin arriesgar de manera salvaje la propia imagen. Y esta sea quizás, la mayor victoria del PJ provincial: Entender que Binner estaba galvanizado ante las críticas ramplonas y los gritos histéricos típicos de una oposición sin ideas ni liderazgos sólidos.
Binner creyó que este plus personal que tenía de cara a los santafesinos alcanzaría para casi todo y por eso extendió el debate por la Reforma Tributaria a la sociedad. Un tema antipático para el pueblo y los empresarios que le insumió al gobierno un gasto enorme y poca mella le hizo a la mayoría peronista en el Senado. Aunque para algunos suene a broma, que Juan Carlos Mercier quiera ser candidato a gobernador es una especie de prueba de lo afirmado. De todas maneras, nadie piensa que el peronismo pueda equivocarse tan lejos si en serio quiere intentar volver al poder en 2011.
El fin de semana el reutemista Ricardo Spinozzi y el presidente de la bancada de diputados nacionales del Frente para la Victoria, Agustín Rossi; coincidieron en las críticas al gobierno socialista. Ambos sugirieron que "es un gobierno en retirada" y que "no cumplió con las expectativas que despertó en su momento". Ambos están en campaña, más allá de lo que uno opine del gobierno de Binner. Rossi es, por ahora, el candidato a gobernador más recortado pero que lógicamente no logrará unidad del partido santafesino detrás de su candidatura.
Si se lo mira desde el otro lado, Binner y Rossi también coincidieron en estos días cuando afirmaron que en 2011 los santafesinos "tendremos la oportunidad de debatir en serio y profundamente qué clase de Estado queremos". Los dos le estaban apuntando al reutemismo. De manera más clara lo hace Binner aunque siempre se niegue a dar nombres: "El neoliberalismo está vivo en Santa Fe", advierte.
Por aquí, el intendente Miguel Lifschitz logró agregar un tanque de oxígeno a su gestión al imponerse en la batalla por el incremento del boleto de colectivos en la ciudad. Aunque para eso haya tenido que felicitar públicamente por destrabar el tema a su otrora archienemigo Jorge Boasso, que fue seriamente lastimado por la bravura de la concejala María Eugenia Bielsa a la hora del debate en el recinto. El radical sostiene sus argumentos sobre la incorporación de sus ideas para una remodelación integral del sistema de transporte urbano de pasajeros para Rosario.
Ahora vienen la inauguración de las obras de los muelles del área costanera central que financió la Nación y la puesta en valor del Paseo del Siglo con una inversión cercana a los 5 millones de pesos. Si encima, algunos de los títulos públicos que emitirá la provincia para financiar obra, llegan para algunos trabajos más en Rosario, Lifschitz ya puede festejar aunque de manera moderada, tras meses y meses de sequía y muy pocas buenas noticias para su gestión.
De todas maneras, el intendente de la ciudad no deja de mirar con atención los movimientos territoriales del senador Rubén Giustiniani, que por el momento nada dice, pero a quien muchos ven como un competidor de peso para las aspiraciones provinciales del intendente rosarino. Falta mucho para estas definiciones, pero no tanto en realidad. Y el PS, como siempre, tratará de limar asperezas internas bien adentro, para que no se noten las esquirlas de la disputa. Nadie puede hacerlo mejor, la verdad sea dicha.
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