OPINIóN
› Por Guillermo Lovagnini *
Este 17 de mayo se conmemoró en todo el mundo el Día Internacional contra la Homofobia porque en ese día del año 1990 la Organización Mundial de la Salud, quitó de la lista de enfermedades mentales a la homosexualidad. ¿Pero que es la homofobia y como nos afecta a todos y todas no importa la orientación sexual?
La homofobia es la aversión, el rechazo o el miedo a la homosexualidad o a sus manifestaciones. Puede darse de muy diversas formas, desde un simple chiste supuestamente inocente hasta una agresión física.
Desgraciadamente, la homofobia que implica a lesbianas, gays y trans sigue impregnando de un modo más o menos sutil, todos los rincones de la sociedad en que vivimos y está metida tan dentro de nuestras mentes que hasta nosotros/as mismos/as tenemos una importante carga homofóbica en nuestro interior que se expresa de distintas maneras pero fundamentalmente en nuestra baja autoestima que es un aspecto a tratar porque sus consecuencias afectan directamente nuestros actos en la vida con resultados poco felices.
Es lo que se llama homofobia interiorizada, el desprecio que sentimos consciente o inconscientemente de nosotro/as mismos/as. Nuestra homosexualidad es nuestra naturaleza, es algo que convive con nosotros/as mismos/as y que tenemos que aprender a querer porque siempre va a estar allí, como dijimos al principio no es una enfermedad, es tan natural como la vida misma, la homosexualidad está presente en todas las culturas del mundo antes de que existieran las religiones modernas que la condenan, entre ellas y fundamentalmente la judeocristiana.
Pero la homofobia afecta a todos los varones sin distinción de ninguna especie incluida a los heterosexuales, ya que ellos deben cumplir las normas de la masculinidad o sea deben demostrarla a cada rato y cada instante, comportándose como "hombres", como "machos" con todos los tics incluidos, por ejemplo el no llorar, el hablar, ser toscos y decir palabrotas, si no se cumple con algunas de estas premisas que la sociedad homofóbica espera que cumplan, ya están sospechados de no ser heterosexuales, entonces actúan sobre ellos.
Es más, tampoco no ha sido cuestionada por el conjunto de la sociedad porque sigue percibiéndose que atañe solo a los gays. Una de las formas más terribles de la homofobia es la que conforma la ley del silencio que la sociedad impone sobre la homosexualidad. Al no hablarse de ella, lesbianas, gays y trans, se vuelven seres invisibles. Y ¿quién se va a preocupar por los derechos y libertades de alguien que es invisible?
La única fuerza que tienen los y las homófobos/as es nuestro miedo. El insulto sólo daña si el que la o lo recibe tiene miedo y su propia autoestima es muy baja, si el insulto lo hacemos algo nuestro se desactiva automáticamente. Lo que está claro es que las agresiones verbales vayan dirigidas a nosotros/as o a otros/as, nos van a doler dependiendo la importancia de que les demos.
Recomendación final: deberíamos empezar por suprimir de nuestro propio vocabulario los insultos que hagan referencia a la orientación sexual, así como los de carácter sexista, de clase social o discriminatorio, eso incluye claro a los mismos/as gays,lesbianas y trans que más de una vez se expresan de esta manera. Rodearnos de un espacio en el que el respeto sea una norma nos va a facilitar muchas cosas.
* Presidente de la Agrupación Vox
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