Lunes, 14 de junio de 2010 | Hoy
OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
El proyecto municipal para intervenir severamente el Paseo del Siglo desde Oroño y hasta Paraguay, tuvo un freno de parte de comerciantes y frentistas que debían pagar gran parte de la obra. Más allá de la suerte de la iniciativa, la misma genera un debate sobre urbanismo, planificación y necesidades de la gente.
Por Leo Ricciardino
La municipalidad tuvo que retirar inmediatamente su proyecto de remodelación del Paseo del Siglo, por calle Córdoba desde Oroño y hasta Paraguay. Allí planeaba ensanchar la vereda sur y prohibir el estacionamiento en una obra de alto impacto urbanístico y a un costo de más de 7 millones de pesos. Precisamente, el altísimo aporte que debían hacer vecinos y comerciantes del muy paquete paseo rosarino, fue uno de los elementos de la discordia. Los costos, separando lo que aportaba la municipalidad, estaban muy por encima de los tres mil pesos por frentista.
Conclusión, después de dos reuniones calientes, el secretario de Obras Públicas Omar Saab puso los planos dentro de su portafolios y aceptó un recambio de baldosas como toda modificación del tramo urbano. Eso sí, serán de alta calidad y antideslizantes. Bueno, es lo que se pudo consensuar.
Pero más allá de la anécdota lo importante es la discusión pública por los medios que suscitó el proyecto del intendente Miguel Lifschitz: Una ola de reclamos por la falta de trabajos y obras en los barrios de la ciudad. Está claro que se dirá que no se puede esperar a tener a la ciudad hecha una maravilla para realizar determinadas intervenciones porque si no nunca se llegaría hacer nada. Es cierto, y vale además la discusión para lo que se disparó alrededor de la ambiciosa obra del Puerto de la Música, un tema que tiene a la oposición en la provincia con los pelos de punta. Pero no es menos real la postergación que existe allende los bulevares, a riesgo de caer en uno de los lugares más comunes a la hora de describir asimetrías entre el centro y los barrios. Algo de lo que la oposición en la ciudad abusó sin dudas, y que a la hora de los votos le trajo muy magros dividendos.
Es cierto que si los frentistas del Paseo del Siglo no pueden o no quieren pagar una obra urbanística de alto impacto, mucho menos podrán o querrán -por ejemplo los vecinos de zona sur. Pero el hecho aquí es que se ha pensado, planificado, para el Paseo del Siglo y no para la zona sur de la ciudad o los barrios con necesidades. Los vecinos de muchos barrios, ni siquiera tienen la oportunidad de rechazar un proyecto sencillamente porque no se ha pensado en uno para ellos.
La zona sur sobre todo no tiene nada nuevo desde la remodelación de Oroño, que ya tiene unos cuantos años. La instalación del casino cambió la fisonomía, pero no alcanza a paliar las necesidades. Por supuesto se habla, en toda esta nota, de vecinos con mínima capacidad contributiva, los demás habitantes con necesidades básicas insatisfechas tienen urgencias más notorias y a las que el Estado debe concurrir sin demoras.
Está claro que hay una planificación urbana que apunta por un lado a contener la vorágine inmobiliaria desatada en la Costanera Norte, y por otro a potenciar zonas comerciales de la ciudad embelleciéndolas con determinados aportes; pero hay otras áreas residenciales que hace mucho no tienen intervenciones que por otra parte equilibren esa desventaja comparativa desde el punto de vista urbano y también patrimonial.
No toda es responsabilidad del municipio en relación al déficit habitacional, pero hace mucho que no se escucha un proyecto relacionado no ya con la erradicación de villas de emergencia; sino con viviendas para trabajadores. Porque en este tema también hay que señalar que no pueden los sectores de ingresos bajos esperar que se termine de paliar la totalidad del déficit habitacional de los sin techo para que ellos aspiren a una vivienda propia y digna. Es un tema sin dudas de competencia nacional, pero también los municipios podrían impulsar planes ante la Nación de esa naturaleza.
Hoy por hoy no son pocos los que sostienen que en Rosario queda muy poca tierra para habitar y que es una decisión política de qué manera se interviene en las mismas. Precisamente, la potestad y obligación del Estado es regular situaciones entre los ciudadanos que no podrían de otra manera enfrentar a los grandes intereses económicos y financieros.
De la obra en el Paseo del Siglo se puede llegar a una discusión mucho más profunda en materia de intervenciones urbanas. Se puede potenciar a la ciudad en determinadas zonas y se pueden atender necesidades cotidianas y estructurales. Seguramente el municipio se debate todo el tiempo estas cuestiones. Estos simples aportes sólo pretenden señalar que la discusión sigue allí, sin saldarse.
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