OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
La noticia de la detención de unos cuantos cuidacoches que pedían compulsivamente tarifas de 10 y 15 pesos en los parques de la ciudad, muestra casi por primera vez que hay decisión de ocuparse de un tema que parece menor pero que es sufrido por cientos de automovilistas todos los fines de semana en Rosario.
› Por Leo Ricciardino
No poca satisfacción encontrarán los habitantes de esta ciudad al constatar que ayer y también en los últimos días, la Guardia Urbana Municipal y la policía detuvieron a cinco personas que en los parques de Rosario extorsionaban a los automovilistas para cobrarles un estacionamiento de entre 10 y 15 pesos. Es una práctica extendida que parecía mentira que no pudiera combatirse. Y es, precisamente, una de las tareas más concretas que le da sentido a la existencia de la propia GUM, la misma a la que el concejal Diego Giuliano quiere mandar a las comisarías para que ayuden con las tareas administrativas y posibiliten que los verdaderos policías salgan a patrullar, según el pensamiento del edil.
Pues bien, ahí hay una tarea concreta de la que ocuparse. Porque esta extorsión es la que sufren todos los fines de semana los que concurren al parque Independencia o de la Bandera, principalmente. Allí hay verdaderos cotos que se ganan y se custodian a la fuerza y que a veces no llegan al exceso de pedir 10 o 15 pesos, pero sí ponen una "tarifa fija" de por lo menos 5 pesos. ¿Por qué el automovilista se aviene a pagar para que le "cuiden" el auto? Por temor. Por miedo a encontrarse con rayones o roturas propias de una venganza. Y ahí radica el "negocio" de estos violentos que desacreditan al bienintencionado cuidacoches.
Un proyecto del concejal Jorge Boasso para crear el registro de cuidacoches avanzó en el Concejo Municipal, pero no alcanza para terminar con estas pequeñas mafias que después se trasladan a otros eventos públicos que concentren a una importante cantidad de público. El ejemplo más claro son los estadios de fútbol de la ciudad, donde los hinchas saben que además del precio de la entrada, algún dinero para el choripán y la coca, deben contar con una suma que va de 15 a 20 pesos -si no más para dejar el auto estacionado en plena calle y a varias cuadras del estadio. Donde además, está claro, nadie cuida nada porque una vez que se completa el sector, el "responsable" que ya cobró por adelantado se retira del lugar con la recaudación que logró.
Nadie está cuestionando aquí a la persona que trata de hacer de esta actividad un trabajo. Esos que los vecinos conocen en algunas cuadras del macro centro de la ciudad que muchas veces también ofrecen el servicio de lavado de coches por un módico precio. Generalmente estas personas sí cuidan los autos de su sector, no piden una suma fija y cobran por su trabajo cuando finaliza el "turno" de estacionamiento. Es muy distinto al pedido compulsivo y anticipado de una suma fija que hacen -amenazantes los "cuidadores" descriptos más arriba, similares a los que fueron detenidos en los últimos días.
Al respecto, la pregunta que todos los ciudadanos de Rosario se hacían era por qué existiendo un cuerpo de casi 300 hombres que integran la GUM, no era posible que se controlara esta actividad en los parques de la ciudad. Todos los que disfrutan de los espacios verdes tenían en claro que no era ésta una actividad que pudiera destinarse a la policía, supuestamente ocupada en cuestiones más graves y peligrosas. Como el ejemplo concreto de la cancha, donde los policías tienen una misión específica relacionada con la seguridad en el estadio y no podrían desatenderla ocupándose de ver cuánto cobran los cuidacoches de las inmediaciones.
En los últimos tiempos y bajo el mando de Mariano Savia, la Guardia Urbana Municipal ha intentado crecer en su rol sin invadir el área policíaca a la que se subordina. Por ejemplo, ha actuado mayormente en operativos relacionados con decomisos de mercadería en mal estado o de dudosa procedencia en pequeños supermercados de barrio. O también en los operativos llevados adelante contra los vendedores ambulantes instalados en lugares no habilitados. Tareas específicas que, precisamente, derivan de los problemas cotidianos de la urbe. Para muchos la GUM a veces termina por invadir el espacio policial creando una competencia entre los agentes, pero son los menos los casos que pueden apuntarse en ese sentido.
En el caso de las detenciones de cuidacoches que se realizaron en los últimos días, derivaron de denuncias concretas de automovilistas, pero lo deseable también sería que exista una actividad disuasiva en los parques públicos de la ciudad a través de la presencia de los agentes de la fuerza municipal para que los automovilistas puedan cursar más rápidamente sus reclamos.
Algo positivo generó en su momento la campaña proselitista del concejal Giuliano que había puesto a la GUM en el centro de sus críticas y hasta se apostaba en la peatonal con un "playmóvil" inflable y gigante semejando un guardia municipal. Y fue precisamente una reacción y reorientación de las actividades del cuerpo urbano que fue pionero respecto de muchas ciudades del país y que sirvió de guía para muchas otras localidades de la provincia que la pusieron en práctica. Lo otro es caer la policía metropolitana de Mauricio Macri, y la verdad es que nadie quisiera llegar a ese punto, ¿no?.
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