OPINIóN
› Por Luis Daniel Rubeo*
El 27 de octubre último padecimos el profundo dolor de llorar la muerte de quien fuera nuestro líder político. La noticia nos sorprendió y nos dejó consternados ante la sensación de que estos sucesos parecen ser parte misma de la historia del Peronismo.
Luego, con el correr de las horas, pudimos empezar a entender que sólo se presentan estos sentimientos tan intensos cuando quien muere es alguien realmente especial, y entonces aún frente al sufrimiento uno se siente orgulloso de pertenecer a un espacio que con hidalguía han ocupado seres especiales que en poco tiempo han cambiado la historia del país.
Cuando Néstor Kirchner asumió, en el año 2003, el país venía atravesando una terrible crisis, no sólo económica, sino social y política. Con la totalidad de la población sumida en el descreimiento, la desazón y la imposibilidad de vislumbrar un futuro favorable. Fue él quien planteó enfrentar con plenitud el desafío del cambio, fijar junto a los argentinos prioridades nacionales y construir políticas de Estado a largo plazo para de esa manera crear futuro y generar tranquilidad.
Nos habló de nuevos paradigmas para evaluar las gestiones, ya no por discursos grandilocuentes sino por acciones concretas en el sentido del bien común. Planteó reconstruir un capitalismo nacional capaz de generar las alternativas que permitieran reinstalar la movilidad social ascendente, no cerrándose al mundo sino con inteligencia, observación y compromiso con la Nación.
Sin desconocer que el mercado organiza económicamente pero no articula socialmente, se comprometió a trabajar para lograr que el Estado ponga igualdad allí donde el mercado excluye y abandona.
Fue contundente al señalar que gobernabilidad no es ni puede ser sinónimo de impunidad. Gobernabilidad no es ni puede ser sinónimo de acuerdos oscuros, manipulación política de las instituciones o pactos espurios a espaldas de la sociedad.
Apostó a mejorar la calidad de la ayuda social para proteger a los más vulnerables mientras se producían los cambios necesarios en política económica para solucionar el problema de la altísima tasa de desocupación que presentaba nuestro país. Y dio especial tratamiento a la educación como herramienta que construye identidad nacional y unidad cultural, presupuestos básicos de cualquier país que quiera ser Nación.
Hizo hincapié en la importancia del equilibrio fiscal y el desendeudamiento y dijo textualmente: "Al contrario del modelo de ajuste permanente, el consumo interno estará en el centro de nuestra estrategia de expansión".
También manifestó claramente su postura frente al Mercosur y la integración latinoamericana, planteándolo como un proyecto político regional y una alianza estratégica para profundizar en otros aspectos institucionales y así acompañar la integración económica, y ampliarse abarcando a nuevos miembros latinoamericanos.
Y nos transmitió que se sumó a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones que no pensaba dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada. A partir de allí, día a día trabajó en este sentido y generó los cambios que había propuesto.
Después de tanto tiempo de discursos, diagnósticos y promesas vacías que culminaron en un gran desprestigio de la política, Néstor llegó desde el sur, nos propuso un sueño, y nos demostró que era posible. Trabajó denodadamente por él y nos transmitió la fuerza para volver a luchar con pasión por los ideales que nos movilizaron en nuestra juventud, nos devolvió la esperanza. Pero no sólo a nosotros, los que nos dedicamos a la política, movilizó a la sociedad en su conjunto. Despertó en los jóvenes la semilla de la discusión política, las ganas de cambiar el mundo, de comprometerse por el bien común.
Demostró que el poder se ejerce con convicción, capacidad y honestidad en cada acción de gobierno y sobretodo cada vez que se enfrentó a los núcleos de poder económico con amplio eco mediático.
No transó, no aflojó, no nos dejó solos, no nos mintió.
Nos sacó del infierno haciéndose cargo de varios frentes: económicos, políticos, sociales, restituyendo derechos, reconociendo deudas sociales, devolviendo la dignidad a los argentinos, llevando adelante una activa política para promover los derechos humanos, restaurando heridas que aún en silencio nunca habían cicatrizado
Cumplió todas y cada una de las consignas que expuso al tomar las riendas del país.
Lo hizo como sólo los grandes lo pueden hacer: demostrándonos que el cambio y el crecimiento sostenido del país es posible, haciéndonos parte del proyecto, generando en cada uno de nosotros la misma pasión y el mismo compromiso que lo movieran a él para llevar adelante este modelo de país. Y lo hizo siempre al lado de su compañera de toda la vida, con quien seguramente desde sus primeros años de militancia habrá discutido horas acerca de las formas de lograr el país que soñaban. Con quien sufrió la persecución ideológica de la dictadura militar y la pérdida de amigos y compañeros de militancia, apoyándose para sobrellevar las ausencias inexplicables. Con la madre de sus hijos, con la mujer a quien amó y que lo amó. Con la mujer íntegra que nos demostró a todos los argentinos su capacidad y fortaleza aún cuando por ser mujer la combatieron con crueldad.
Por eso estoy absolutamente convencido que el único homenaje posible a Néstor Kirchner es seguir trabajando denodadamente por el modelo de país que él puso en marcha en el año 2003, con la misma pasión, haciendo honor a su memoria, estando a su altura y apoyando a la compañera Cristina Fernández de Kirchner, jefa natural de nuestro espacio político para profundizar el cambio.
El dolor no nos quebrará, al contrario, nos fortalecerá para no dar ni un paso atrás, estamos convencidos del éxito de este modelo, sabemos hacia dónde vamos y lo haremos: honraremos la memoria del compañero Néstor continuando su obra.
*Diputado provincial del Frente para la Victoria.
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